La aparición del entorno de escritorio KDE 4 supuso un duro golpe para muchos de los fans de este desarrollo: KDE 3.5.x había alcanzado una estabilidad y madurez muy destacadas, y algunos fueron muy reacios a darle una oportunidad al nuevo y revolucionario KDE 4.
Eso hizo que de hecho muchos tardaran más de la cuenta en migrar al nuevo entorno de escritorio, algo que poco a poco se hizo inevitable. Muchas distribuciones que comenzaron soportando ambas versiones acabaron abandonando KDE 3.5, un entorno que dejó de estar soportado oficialmente por los desarrolladores de KDE, totalmente centrados en la nueva versión.
Sin embargo un proyecto trata de rescatar ese antiguo y venerable entorno de escritorio. Se trata de Trinity KDE, una iniciativa liderada por Timothy Peearson que ha estado proporcionando distribuciones Kubuntu especialmente adaptadas para que utilizaran KDE 3.5 en lugar de las nuevas versiones de KDE.
Cualquiera puede probar el LiveCD de Kubuntu con KDE3/Trinity 3.5.11, y seguramente apreciará lo interesante de un proyecto que rescata ese entorno tan notable que tenían los usuarios de KDE 3.5.x, pero a esa interfaz y esa forma de trabajo no le faltan desventajas.
Lo explican en un interesante artículo en Datamation, donde Bruce Byfield nos cuenta como muchas de las aplicaciones de Trinity KDE son versiones de 2 o 3 años de antiguedad, obligadas por el uso de las antiguas librerías Qt3, que ya han sido abandonadas también por TrollTech y que necesitarían ser vueltas a poner en marcha para integrar algunas de las opciones de KDE 4.
Es difícil que eso ocurra, por lo que Trinity KDE se enfrenta a un obstáculo demasiado importante: el de que todos los desarrollos actuales para KDE lo son para KDE 4, con Qt4 por debajo y con una dependencia total de esas librerías que hacen muy complicado que Trinity KDE se convierta en algo más que un escritorio para nostálgicos… con los problemas de seguridad que eso también implica.
Aún así, se trata de un proyecto valiente y original que nos puede servir para decir aquello de «en los viejos y buenos tiempos…»
