Uno de los asistentes a las recientes conferencias BUILD de Microsoft tuvo la oportunidad de hablar sobre Windows 8 con una de las personalidades del mundo Open Source. Miguel de Icaza, del que hablábamos hace poco, estaba por allí para conocer también lo que se cocía en Redmond, y este usuario tuvo la oportunidad de preguntarle sobre cómo Windows 8 podría impactar en Linux.
Al preguntarle sobre si podría haber una implementación abierta de la interfaz Metro en Linux, a lo que De Icaza contestó de forma clara y contundente:
No lo creo. Para ser sincero, con Linux en el escritorio, las ventajas del Open Source han jugado contra Linux en la forma en la que se siguen rompiendo cosas. No solo hay incompatibilidades entre Red Hat, Ubuntu o SUSE, sino que incluso existen entre la misma distribución. La Ubuntu de esta semana es incompatible con la que teníamos hace nueve meses. Y hay múltiples ediciones, la versión KDE, la versión GNOME…
Cuando cuentas las aplicaciones realmente importantes que existen para Linux en el escritorio, probablemente solo llegues a poder nombrar 10. Si te esfuerzas, puede que llegues a nombrar 20. Hemos conseguido hacerle la vida imposible a los desarrolladores en cada etapa del camino, destrozando las APIs continuamente.
La conclusión es que tengo el corazón partido.
Las palabras de De Icaza son muy duras, y aunque hay algunos argumentos en contra -no es imposible disponer de un clon de Metro en Linux, desde luego, y el número de aplicaciones «importantes» de escritorio también podría ser mucho mayor según qué criterios- da en el clavo con el que es tanto la mayor ventaja como el mayor problema de Linux. La libertad.
Lamentablemente, puede que tenga razón en eso. Esa gran libertad que ofrece Linux y el Open Source es la causa de esa «fragmentación» y de que muchos desarrolladores tengan demasiados problemas para mantener sus aplicaciones de forma que funcionen homogéneamente en cualquier distribución. Y también da en el clavo con las incompatibilidades entre distros e incluso entre una misma distribución, aunque de nuevo esas incompatibilidades son matizables.
Sea como fuere, De Icaza, que fue el creador de GNOME y de Mono, parece haber aceptado que Linux en el escritorio tiene demasiadas desventajas para triunfar como muchos querríamos. Y puede que a pesar de lo que nos gustaría que triunfase tenga razón en que esas libertades pueden jugar en contra del éxito de nuestro sistema operativo favorito.