Ayer publicamos un artículo en el que os preguntábamos si preferíais actualizar a la nueva versión de vuestra distribución favorita, o bien escogíais el camino más radical, el de la instalación de cero. Me ha parecido sorprendente la respuesta, ya que de los 611 votos contabilizados -he cerrado la encuesta, ya es una muestra más que decente- el 80% de vosotros habéis escogido la opción de instalar desde cero.
Tan solo el 20% de los linuxeros que leen MuyLinux han optado por la opción de actualización algo muy extraño teniendo en cuenta precisamente la filosofía y los ciclos de vida y desarrollo de estas distribuciones, que en muchos casos se renuevan cada 6 meses y que teóricamente deberían ofrecer mecanismos garantizados de actualización que dejaran tranquilos a los usuarios.
Pero no es así: los usuarios quizá estamos acostumbrados a las «perrerías» de anteriores experiencias con Windows y sus actualizaciones, o quizá de esas mismas experiencias en Linux, pero muchos tomamos el camino más fácil: volver a empezar de cero para evitar posibles conflictos con las actualizaciones. Yo mismo prefiero instalar de cero que actualizar, pero pensé que la cosa estaría mucho más equilibrada.
Extraigo una reflexión del resultado: las distribuciones no transmiten bien el hecho de que actualizar es fácil, «indoloro» y seguro para nuestros datos. A pesar de que las actualizaciones automáticas funcionan muy bien en la mayoría de los casos, parece como si los desarrolladores de las distribuciones prefirieran también que instalásemos de cero, ¿no os parece? ¿No creéis que todas las distros parecen transmitir el mensaje de «bájate la ISO e instala desde cero» que «conéctate a los repos, nosotros nos encargamos de todo»?
Uhm.