Hace unos días pasó de la sartén al fuego una noticia bastante descorazonadora referente al desarrollo de Nepomuk, el motor semántico del escritorio KDE, y su principal desarrollador. Seguramente muchos de vosotros ya sepáis de qué hablo, y es que la respuesta ha sido bastante contundente por parte de la comunidad. Yo en cambio no quise darle alas, algo de lo que me arrepiento ahora, por lo que vengo a ofrecer una rectificación, aunque sigo sin ver claras muchas cosas.
La noticia en sí se puede encontrar en el blog de Sebastian Trüg, principal desarrollador de Nepomuk, y nadie mejor que él para explicarla, aunque os presento la traducción publicada en Blue Leaf Linux, uno de los primeros blogs españoles en hacerse eco:
Después de todos esos posts semánticos «Exponiendo más el desarrollo de Nepomuk a la comunidad» tengo que admitir tener un motivo más allá.
Los últimos meses no he tenido sueldo. Ha sido, y todavía es, una situación incierta con un futuro incierto en la que todavía tenía la esperanza de que Mandriva se recuperara de sus problemas financieros. Pero lentamente la esperanza y los ahorros se están acabando.
Ya que veo un futuro prometedor para el escritorio semántico en general y para Nepomuk en particular preferiría continuar trabajando en éste en lugar de elegir algún otro trabajo sin relación. Hubo grandes progresos en Nepomuk en los últimos meses, la comunidad crece y el diseño del sistema está casi maduro. Esencialmente, mi partida del proyecto detendría el desarrollo ya que todavía soy la única persona que trabaja tiempo completo en Nepomuk y que tiene un conocimiento profundo de cada parte del sistema.
Por lo tanto, si piensas que el escritorio semántico vale la pena el esfuerzo, si estás interesado en características como la búsqueda semántica de escritorio, intercambios entre personas relacionadas, proyectos, eventos, archivos, correos electrónicos y si quieres que el guardado semántico sea posible, si quieres que Plasma Active se diferencíe del resto por sus poderosas herramientas mostradas en Contour, si quieres navegar archivos independiemente de las carpetas físicas, si quieres guardar snippets de páginas web, pdfs, imágenes y otros, apuntar en ellos y etiquetarlos, si quieres que el sistema se adapte a cambios contextuales y patrones previos de uso, si quieres organizar tu trabajo en la manera en que lo hace tu mente entonces por favor apoya mi trabajo en Nepomuk.
Ahora me encuentro en una posición en la que necesito pedir tu ayuda para salir de ésta sequía. Hasta que encuentre una forma de soportar mi trabajo en Nepomuk con o sin Mandriva tendré que depender de sus donaciones.
Dos días después de anterior mensaje, Sebastian Trug actualizaba su blog con una nueva entrada agradeciendo la respuesta de la comunidad y proporcionando información de cómo va a comunicar los frutos de su trabajo a quienes están aportando dinero. De momento se han conseguido más de 2.300 euros de los 4.500 que parece necesitar el desarrollador.
Los interesados en donar dinero para que Sebastian Trüg pueda seguir con su trabajo pueden hacerlo a partir de los enlaces en el blog enlazado, vía PayPal.
Hasta aquí la noticia. A partir de aquí, opinión.
¿Qué tiene de malo esa petición de ayuda económica? Nada. Si quieres donas algo de dinero, si no, pues no. Es tan sencillo como eso. Pero el futuro que le espera a un proyecto que tiene que mantenerse así, más siendo una pieza clave de la experiencia de todo un escritorio y al mismo tiempo una tecnología inacabada y bastante desconocida para la mayoría de usuarios de ese mismo escritorio, presenta varios factores a tener en cuenta, que no tiene por qué ver entre sí y que se resumen en pan para hoy, hambre para mañana.
El primero de los factores en lo que hay que fijarse es que aquí no hay drama humano. A Sebastian Trüg seguramente no le cueste mucho esfuerzo encontrar trabajo, pero él quiere seguir trabajando en Nepomuk por las razones que ha explicado.
El segundo, directamente consecuencia del anterior, es la estupidez mostrada por los directivos de Mandriva, primero deshaciéndose de Trüg, luego lanzando una nueva versión de su sistema que pretende basarse en Nepomuk desde su mismo lanzador de aplicaciones. ¿Qué demonios significa eso? Está claro que la compañía ha pasado apuros económicos últimamente, pero me jugaría un brazo a que entre tanto despido los mandamases no se han bajado ni un euro el salario, como es norma en estos días de crisis.
El tercero nos lleva hasta los modelos de desarrollo en lo que se basa el software libre, y son varios. En este punto me gustaría extraer un poco el tema de artículo a algo que considero la utopía -hablando de software- a conseguir: un ejemplo llamado Linux Mint. Si os pasáis de vez en cuando por el blog de esta distribución, cada mes se publica una especie de extracto de las donaciones de los promotores y usuarios que a bien tienen hacer. Algunos donan 1 euro, otros cientos; mensualmente el proyecto se embolsa una media de 2.000-4.000 dólares, los cuales sirven para pagar la infraestructura propia y el sueldo del líder del proyecto, Clement Lefebvre y, ocasionalmente, a alguno de los desarrolladores destacados.
El modelo de negocio de Linux Mint es excelente, aunque solo una persona puede vivir de ello (si tienen suerte, en un futuro más podrán hacerlo). El problema es que no es extrapolable al caso que nos ocupa. ¿Cuánto tiempo puede esperar vivir de las donaciones Sebastian Trüg, considerando lo que significa para los usuarios hoy en día Nepomuk, un desarrollo que lleva años sin llegar a ningún sitio en concreto? Y que nadie me entienda mal, Nepomuk es genial, solo que nunca acaba de estar listo. Pero, de nuevo, ¿cuánto espera aguantar Trüg con 4.500 euros? ¿Dos meses? ¿Tres?
La situación, como decía al principio del artículo, es bastante descorazonadora, porque hace evidente que sin una empresa que lo contrate, esta efervescencia de donaciones tiene los días contados. En este momento me acuerdo de Nokia, que tiene a bastantes desarrolladores destacados de KDE a sueldo… ¿hasta cuándo? No lo sabemos. También me acuerdo de lo que pasó con Pinta hace poco. Seguramente su desarrollador habría seguido con el proyecto de poder vivir de él, aunque no es el mismo caso (ahora aparecerá algún troll de los que rondan por MuyLinux clamando por las bondades del software privativo, pero tampoco importa).
Entonces, ¿en qué queda todo? En que las donaciones son más que bien aceptadas, necesarias, no solo para el caso que nos ocupa, sino en general, pero solo suponen una pequeña ayuda, un pequeño parche con el que mejorar la situación, al menos hasta que una gran mayoría de usuarios se conciencie de verdad. Nada más, nada menos.
Si esperabais alguna reflexión final que diera luz al asunto, lo siento, no tengo ninguna. Tal vez solo sueños que no van a cumplirse, como que las administraciones públicas se gasten la millonada de euros de turno en apoyar los desarrollos libres que lo merezcan, en vez de continuar con los contratos vergonzosos que los esclavizan a Microsoft y cía (yo no soy un anti-Windows, pero en las instituciones públicas es incluso inmoral seguir por ese camino en estos tiempos de crisis, y se sigue sin pudor), o que las -cada vez más- pequeñas y medianas empresas que se acercan a GNU/Linux o las soluciones Open Source no lo hagan solo para no soltar un céntimo de euro, que lo vean como una inversión de futuro la cual, sí, efectivamente, les va a traer bastante ahorro, pero con la que hay que contribuir.
Pero nada de eso va a pasar, así que mis disculpas por el tocho (esta vez no critico nada, solo me quejo).