En un mundo loco en el que las patentes tecnológicas generan muchas veces más beneficios que la tradicional venta de un producto o servicio, ¿qué protege al ecosistema de Linux, del Open Source, de ser víctima de demandas frívolas?
Entre otras cosas, la Open Invention Network (OIN), bajo la cual se escudaba esta misma semana el popular servicio de almacenamiento y sincronización de archivos en la nube, Dropbox. El último de una lista muy larga.
Para resumir cuál es el papel de la OIN, podríamos calificarla como «la SGAE de Linux»… con diferencias notables: si bien se trata de una organización dedicada a proteger la propiedad intelectual -las patentes- relacionada con Linux, lo hace precisamente para evitar los abusos de terceros.
De hecho, la OIN nació por un abuso, el que en 2005 iniciaba SCO en su pleito contra IBM, Red Hat y SUSE Linux, y que no concluyó hasta 2010, tras reiteradas derrotas del demandante, un troll de patentes de libro que este pasado verano, atención, volvía a la vida -aunque ha estado en silencio desde entonces.
Así, la OIN ha ido acumulando un importante portafolio de patentes y creando un paraguas bajo el que muchas de las grandes tecnológicas del mundo se han resguardado. Desde las mencionadas IBM, Red Hat y SUSE, a Google, Oracle, Sony, Canonical, Twitter… Estas empresas y muchas otras son asimismo las que financian la OIN que, por su parte, tiene más tentáculos.
El que puede ser más interesante para el desarrollador de software libre e incluso el usuario que busca información es Linux Defenders, copatrocinado junto con el Software Freedom Law Center y la Linux Foundation. Es un programa de asesoría gratuito sobre propiedad intelectual que cuenta con herramientas de protección a disposición de la comunidad de Linux y el Open Source.
Y entre las herramientas de Linux Defenders, evidentemente, están las patentes de la OIN, que a día de hoy protegen a 2.173 desarrollos de software libre de muy diferente nivel: OpenStack, MongoDB, Ruby, Python…; y a más de 600 empresas en todo el mundo.
Sin duda y por muy tedioso que resulte, esto de las patentes tecnológicas no se puede tomar a la ligera, ni siquiera en el transparente mundo del software libre. Así lo han entendido proyectos como Debian, que hace casi dos años que anunció la puesta en marcha de una política de patentes propia con la que proteger a su comunidad de desarrolladores y usuarios.
Entonces, ¿por qué patentes y Open Source son compatibles a la fuerza? Porque si no usas las mismas armas que el enemigo, aunque las uses de otra forma, estás condenado al fracaso. Las formas de la OIN, además, son puramente defensivas, dirigidas por lo general tanto a defender a pequeños proyectos o startups que reciben inversiones, como a compañías no tan pequeñas que están a punto de dar el salto a bolsa y reciben inversiones…, y es que los lobos huelen el dinero a kilómetros.
No es de extrañar, pues, que la comunidad del Open Source se haya blindado ante el ataque descarnado de los trolls de patentes -tras los cuales normalmente no hay propiedad intelectual alguna materializada, con excepciones- con diferentes herramientas, comenzando por las licencias y continuando con las patentes, a pesar de que la situación dista de ser perfecta.
Si en 2011 las demandas por patentes tecnológicas rayaron la locura -se decía que con el dinero gastado ese año en pleitos, Barack Obama podría haber financiado al completo su plan de salud para Estados Unidos…, y no es broma-, la situación hoy no parece haber cambiado demasiado (sí, a veces los trolls de patentes son compañías con productos propios de mucho éxito).
En resumen, las reglas del juego son las que son y el mundo del Open Source, que también es el de la empresa, las ha asimilado de la única manera posible, la de la supervivencia.