Es muy probable que, entre quienes nos leéis, casi nadie haya terminado de instalar Ubuntu nunca. Que dicho así suena a guasa, porque entonces nadie habría oído hablar de Ubuntu. A lo que me refiero es, como sucede con Windows, a desempaquetar tu equipo nuevo, encenderlo y completar la instalación que el fabricante ha dejado preparada. ¿Alguien lo ha hecho? Yo solo he tenido la oportunidad en tres ocasiones y la tercera, como os podéis imaginar, ha sido con Mountain.
La cuestión es que no hay cuestión: este proceso tiene poco interés y menor peligro por lo absolutamente básico del mismo, con saber leer -y leer, claro- basta. Pero apenas se ha publicado sobre ello y tampoco molesta que dejemos aquí una referencia. Todo se basa en la instalación OEM que provee el propio Ubuntu y que el usuario concluirá dando los siguientes pasos:
[hr]
1. Selección de idioma, español por defecto.
2. Zona geográfica, Madrid por defecto (determinará la zona horaria).
3. Disposición de teclado, español por defecto.
4. Creación de usuario (más sobre el cifrado en Ubuntu).
5. Completando la instalación (dos minutos aproximadamente).
7. Ubuntu es tuyo.
[hr]
Tal es la instalación de Ubuntu en Mountain para el usuario que se lo compra con todo hecho. Como se puede ver, es pan comido. Y lo mejor de todo es que una vez se inicia sesión, solo hay que preocuparse de personalizar lo que se quiera y punto, o ponerse directamente a trabajar, porque todo está configurado; como mucho, instalar las actualizaciones de los últimos días, en el caso de que las haya (por ejemplo, en una semana y pico desde que se lanzó Ubuntu 14.04.2 LTS, han caído alrededor de 130 MB de actualizaciones).
Lo curioso es que el proceso de finalizar la instalación OEM -otro día hablaremos de ésto más a fondo- dura casi lo mismo que la instalación normal, siempre que se vaya sobre seguro: unos cinco minutos.