Hay pequeños detalles que le pasan factura al escritorio Linux en comparación con otras plataformas y pequeños detalles que provocan justo lo opuesto, la agradable sensación de saberse utilizando lo mejor. De estos últimos, la gestión del portapapeles es una ventaja de lo más interesante que no debería ser ignorada por quienes trabajan frente al PC, por lo útil y productiva que resulta.
Como se sabrá, el portapapeles es «eso» que guarda temporalmente los fragmentos de texto, imágenes o archivos que copiamos para luego pegar en otro sitio, bien mediante el menú contextual, bien con las combinaciones de teclas «Ctrl+C» para copiar, «Ctrl+V» para pegar. Esto es básico en casi cualquier sistema operativo existente; en Linux, además, tenemos la «copia intermedia», por calificarlo de algún modo.
La «copia intermedia» se reduce a texto e imágenes y comprende solo la selección de tales elementos. Un ejemplo: si se quisiera copiar una parte de este artículo para pegarlo en un documento, bastaría con seleccionar el texto, copiar y pegar. Lo normal. Pero estando en Linux también se puede seleccionar y pegar directamente con un clic del botón central del ratón. Además, si primero se hubiese copiado un elemento y después se seleccionase otro, los dos estarían en memoria, ya que la selección no sobrescribe el copiado.
Por lo instantáneo de la función, ésta es una pequeñez que si te pasas el día escribiendo, termina convirtiéndose en tan esencial como el propio copiar y pegar. El pero es que la selección desaparece rápido, debido a que «capta» todo lo que toca el cursor. Así, esta función es una ayuda para agilizar el flujo de trabajo, nada más y nada menos. Para mejorar en mucho las capacidades del portapapeles hay aplicaciones: gestores de portapapeles que permiten almacenar las entradas de copia en una lista para su posterior recuperación, por lo que su utilidad en según qué escenarios está asegurada.
Sin embargo y por incomprensible que parezca, de casi todas las distribuciones actuales, solo las que se sirven con KDE Plasma como entorno de escritorio ofrecen esta característica por defecto: KDE 4 con Klipper, Plasma 5 con lo mismo, pero totalmente integrado en el panel. O dicho de otra manera, los usuarios de KDE Plasma están muy bien cubiertos, lo único que tienen que hacer es no olvidarlo y sacarle provecho.
En escritorios GTK+ hay que instalar aplicaciones ex profeso y son varias las alternativas disponibles, sin las mismas opciones pero con la funcionalidad básica: configuración del número de entradas a guardar, icono residente en la bandeja de sistema, incluir o no la selección, etc. Elegir una u otra puede depender de esas opciones, de tal forma que lo recomendable es ir probando hasta dar con la adecuada. Si por el contrario con la funcionalidad básica es suficiente -y en la mayoría de casos lo será-, es posible apurar la elección por escritorio. Por ejemplo (todas las aplicaciones mencionadas se encontrarán en los repositorios):
- Xfce cuenta con su propio plugin, Clipman, que por integración resulta el más indicado.
- Glipper tiene como dependencia ‘python-appindicator’, lo que encaja mejor con Unity.
- Diodon varía según su versión, pero las últimas tienen como dependencia obligada Zeitgeist, el indexador de archivos de GNOME, que encaja mejor con GNOME Shell o Unity.
- Como alternativas independientes, Parcellite y Clipit (recomendamos esta última).
Un apunte final: este tipo de aplicaciones no se debe utilizar en ordenadores compartidos por el riesgo para la privacidad que supone.