Ayer os contamos una parte y hoy, siguiendo el aviso de un lector, os contamos la otra. Tras las palabras de Kim Dotcom acerca de Mega, la compañía se defiende y contraataca (lee primero la noticia enlazada si te quieres enterar bien).
La historia está al completo en TorrentFreak, donde repasan la postura de Dotcom con detalle más allá de las declaraciones que recogimos ayer. Cabe recordar, entre otros hechos, que la salida pública de Mega en Nueva Zelanda no fue posible precisamente por intervención del Gobierno del país, al que Dotcom alinea en todo momento con los intereses de Hollywood, y a juzgar por las presiones que ha recibido desde que llegó allí y emprendió su nueva aventura en la nube, algo de eso hay. Aunque más que alinearse con el lobby cinematográfico, el Gobierno neozelandés toma partido por Estados Unidos, donde Dotcom aún tiene causa pendiente por Megaupload, a la que se sumó la congelación de un fideicomiso que éste reservaba para sus hijos de un total del 6% de participación en la empresa, previa solicitud de cinco estudios de cine de Hollywood.
En resumen, desde que Mega viese la luz se ha visto sometida a toda clase de presiones. Un ejemplo relevante es la retirada del soporte para cobrar pagos por ampliación de almacenamiento mediante tarjeta de crédito, incluso con sistemas como PayPal. Así, a pesar de que las intenciones de salir a Bolsa las traían desde sus inicios, con el paso del tiempo se había hecho más importante de cara a asentarse y expandirse. El frustrado intento del año pasado, que ni siquiera fue directo, pues tuvieron que realizar una rocambolesca operación de, como se diría en España, compra «en diferido» de una empresa que ya cotizaba, fue bloqueado en última instancia. Volverán a intentarlo en el próximo año.
Mientras tanto la compañía necesita liquidez, la cual ha llegado a través de varias rondas de financiación. De esta forma se dio la «OPA hostil de un inversor chino» que Dotcom denunciaba, sin contarlo todo. Y es que ese inversor chino, William Yan, era accionista de Mega desde el principio y Kim Dotcom lo sabía. Lo que afirmó no saber cuando se destapó el escándalo sobre este tipo, es que era un fugitivo buscado por la Interpol que se ocultaba en Nueva Zelanda por un fraude de 129 millones de dólares. Así, las acciones de Mega pertenecientes a William Yan pasaron a manos del Gobierno, que bloqueó cualquier movimiento.
Toda esta película llevó a la compañía prácticamente a la bancarrota, obligándola a conseguir capital a una muy baja valoración. Los cambios dejan en entredicho la fiabilidad del proyecto, en opinión de Kim Dotcom. La postura de Mega es otra.
Graham Gaylard, actual CEO de Mega, sostiene que como cualquier compañía de nueva creación han pasado por varias rondas de inversión, las últimas apoyadas por más del 75% de los accionistas. Por lo tanto descarta que haya habido ninguna adquisición hostil, en contra de lo que dice Dotcom. «Mega es una empresa de Nueva Zelanda de propiedad privada por 17 inversionistas locales e internacionales» indica, y advierte que no son parte en ninguno de los procedimientos judiciales en los que andan envueltos algunos accionistas, y que «las autoridades no se han opuesto o interferido en cualquiera de las operaciones de Mega».
Con respecto a la fiabilidad del servicio Gaylard asegura que su compromiso con la privacidad y libertad en Internet es el mismo de siempre y recuerda que aunque Kim Dotcom fue cofundador, nunca estuvo involucrado en el diseño e implementación de la tecnología, y desde su renuncia como director hace ahora dos años «no ha tenido ningún papel directivo desde entonces«. «Mega no está de acuerdo con ciertos comentarios públicos del Sr. Dotcom», agrega el portavoz de la compañía, que también entra en otras críticas.
Mega se defiende poniendo por delante el software, cuyo kit de desarrollo está disponible como Open Source; y no se les olvida tampoco mencionar que «el código de cifrado de Mega ha sido examinado por varios expertos internacionales, entre ellos el Instituto Nacional de Ciberseguridad español (INCIBE), sin haber encontrado defectos«; como tampoco pasan por alto las quejas por las promesas incumplidas, sin matizar cuándo las cumplirán: «el código fuente de las aplicaciones móviles y MEGAsync se publicará en el momento oportuno«, dicen.
Y concluyen: «Mega ve los comentarios difamatorios del Sr. Dotcom como egoístas y diseñado simplemente para [promover] su supuesto nuevo negocio«.
Así está el panorama ahora, y apenas hemos rascado la superficie. ¿Qué parte tiene la razón? Ni idea. Pero el golpe dado por Kim Dotcom es fuerte, porque ha sido la imagen del servicio hasta hace unos meses. Por el otro lado, las alegaciones de Mega son legítimas mientras no se demuestre lo contrario, y en esas están. Lo único que cabe es exigir una pronta liberación del código fuente de los clientes de escritorio y móviles: aludiendo a una cita de Linus Torvalds, hablar es barato.