Hace unos días que publicaron un curioso artículo en las páginas de la Free Software Foundation: Who actually reads the code? Lo firma el mantenedor de GNU Parallel, una herramienta para ejecutar trabajos en paralelo en la línea de comandos, como su nombre indica; una pequeña herramienta que, no obstante, utilizan miles de administradores de sistemas habitualmente.
Resulta que Ole Tange, responsable de GNU Parallel, se preguntó si alguien se leía el código, y dejó un comentario en una parte no susceptible de revisión para un arreglo o mejora, con un cifrado simple para enmascararlo y con la petición para que quien lo leyera le avisara mandándole un mensaje de correo electrónico. Dos meses y medio más tarde recibió ese mensaje: alguien lo había leído y descifrado. Esto sucedió entre enero y abril de 2011.
En agosto de 2013 Tange repitió el experimento, ocultando mejor su comentario en esta ocasión. Y ha sido en julio de 2015 cuando la respuesta le llegó. «Esto me lleva a la conclusión de que hay personas que no están afiliados con el proyecto que va a leer el código fuente, aunque puede que no suceda muy a menudo«, sentencia.
Es de suponer que Ole Tange se refiere con esa frase al software libre en general y no a GNU Parallel en particular, y es cierto que sobre el software libre hay muchos ojos, pero a diferente escala. No es lo mismo el código fuente de GNU Parallel que el de Linux o GNOME o LibreOffice, y lo más importante, nadie puede leer todo el código del software que utiliza, es literalmente imposible a menos que dedicara toda su vida a ello (además, se quedaría muy desfasado).
Total, que el código es indispensable, pero en un fin seguimos confiando en otras personas. Os lanzo la pregunta: ¿alguien se lee el código?