La semana pasada fue lanzado Fedora 23, la última versión del sistema operativo comunitario de Red Hat, que también juega el papel de “conejillo de indias” para las futuras versiones Red Hat Enterprise Linux.
Fedora 23 sigue el concepto impulsado en la versión 21, distribuyéndose tres imágenes para propósitos diferentes en lugar de una para cualquier propósito, acercándose un poco más a Ubuntu y Windows en este sentido y alejándose de otros como Debian u openSUSE, que a día de hoy siguen manteniendo el concepto de la ISO que se puede transformar en casi cualquier cosa. Sin embargo aquí solo comentaremos la versión Workstation, que es la destinada a la producción para el escritorio.
Tengo que reconocer que Fedora 23 no me ha impactado tanto como la versión 21 en su momento, ya que a nivel conceptual mantiene lo mostrado en aquella versión, destacando sobre todo la evolución de GNOME y como no, DNF, el nuevo gestor de paquetes, que es todo un puñetazo en la mesa por parte de Red Hat, sobre todo gracias a su capacidad para eliminar dependencias que no son utilizadas por ninguna aplicación ni librería, facilitando el mantenimiento del sistema.
El instalador
El instalador no ha recibido grandes modificaciones, como se puede observar en la imagen. Cierto que para los recién llegados puede resultar un poco confuso, pero a mi personalmente me gusta, ya que cuando le coges el truco configuras la instalación en menos 5 minutos, resultando ser fácil y cómodo.
Aspecto por defecto y GNOME 3.18
GNOME Shell lleva varias versiones con su aspecto por defecto definido. Después de ciertas modificaciones, la parte superior derecha de la pantalla tiene los indicadores mínimos, en el centro está el día de la semana y la hora, y a la izquierda tenemos Actividades y la aplicación sobre la cual está puesto el foco (la que se está usando ahora). El área de notificación sigue estando en una barra en la parte inferior izquierda de la pantalla, ofreciendo una disposición un poco más fácil de usar que en otras versiones, en las cuales tenías que desplazarte hacia abajo para poder acceder a ella.
Un aspecto que me ha gustado mucho de GNOME 3.18 ha sido la integración con los servicios de Google, destacando aquí Google Drive, del cual seguimos sin tener un cliente oficial para GNU/Linux después de años. En Fedora 23, GNOME Shell permite montar una cuenta (o varias) del servicio de almacenamiento en la nube de Google como si fuese una unidad virtual en el sistema, de forma parecida a cómo funcionaba el difunto Wuala, que no sincronizaba los ficheros físicamente en el disco duro, sino que añadía una especie de disco duro virtual en el cual había copiar y pegar los ficheros para almacenar en la nube.
Otra cosa que me ha resultado llamativa de GNOME Shell ha sido la nueva ubicación de los accesos a la red y a las particiones sin montar en el sistema (como por ejemplo las de Windows) en el explorador de archivos, ubicándose ambos ahora en un nuevo apartado llamado “Otras ubicaciones”. Por un lado esto deja Files (antiguamente el explorador de archivos Nautilus) más limpio, aunque algunos echarán de menos la posibilidad de acceder de forma más rápida a esos sitios.
GNOME Software sigue sin estar a la altura
Una de mis quejas sobre Fedora 21 fue GNOME Software, la tienda oficial de GNOME para poder instalar las aplicaciones disponibles en el sistema usado, y en Fedora 23 poco ha cambiado la cosa, aunque por motivos diferentes.
He probado Fedora 23 en dos máquinas diferentes, una física, un viejo portátil Toshiba Satellite Pro P200 (Intel Core 2 Duo 2GHz, 4GB de RAM y ATI Mobility Radeon HD2600) y VirtualBox. En la primera máquina GNOME Software simplemente colgaba todo el sistema poco después de iniciarse, dando igual si instalaba desde ahí o si bien le mandase a buscar las dependencias para un software de terceros, como Google Chrome. Sobre VirtualBox la cosa fue bastante diferente, y GNOME Software es capaz de trabajar sin problemas. También es importante mencionar que sigue sin ser capaz de ver aplicaciones de 32 bits o que no estén dentro de los propios repositorios de Fedora.
Debido a estos motivos si encontráis problemas con GNOME Software recomiendo instalar Yum Extender DNF (paquete yumex-dnf), que no es otra cosa que el Yum Extender de siempre con una nueva interfaz e integrado con el nuevo gestor de paquetes de Fedora. Todavía está verde y requiere del uso de asteriscos como expresión de palabra incompleta, pero al menos me ha parecido más práctico que GNOME Software.
LibreOffice viene sin traducir
Aunque es un detalle fácil de subsanar, no es menos cierto que el hecho de que una de las principales aplicaciones que incorpora el sistema no esté traducida es algo un tanto molesto.
A ver si para la próxima vez la comunidad se acuerda de incluir la traducción en la instalación para mejorar la presentación de este sistema operativo.
Eso sí, a su favor puedo decir que LibreOffice 5 me funciona mejor y más fluido que en Ubuntu GNOME 15.04, sobre el cual uso una versión reciente gracias a una PPA.
Fedora sigue su propia evolución
Fedora es lo que es, y está para lo que está. Además de ser la rama de desarrollo de Red Hat Enterprise Linux, juega de facto el rol de GNOME OS, al ser actualmente el sistema operativo de referencia de este entorno.
Fedora 23, al igual que la mayoría de sus predecesores, no es el mayor prodigio en estabilidad y ni pretende serlo, sin embargo satisfará a aquellos usuarios que busquen lo último a nivel de software para GNU/Linux, así como una de las últimas versiones de GNOME Shell, un entorno que en sus últimos lanzamientos ha encontrado su propio camino, incorporando pequeños detalles que son realmente útiles, y consiguiendo una identidad que parecía un tanto perdida después del salto desde GNOME 2.