Ahora sí cambiamos de tercio de verdad para irnos a las tranquilas pero siempre fecundas tierras del proyecto KDE, aunque en este caso no hablamos de un desarrollo oficial, sino de un aporte de la comunidad que después de muchos meses finalmente ha cuajado en algo realmente interesante: Latte Dock, un dock para Plasma como Konqi manda.
Si echamos la vista atrás la posibilidad de tener un dock al estilo Mac en las diferentes versiones del escritorio KDE normalmente ha estado ahí, no todo lo refinada que se pudiera desear. Por supuesto, nos referimos a un dock hecho por y para KDE Plasma, porque tampoco hay problema con instalar Plank u otro. En KDE 3 se tiraba de widgets de escritorio, en KDE 4 llegaron los plasmoides… (¿alguien se acuerda de Daisy?).
Para Plasma 5 también ha aparecido alguno recientemente, pero sin demasiado glamur, opciones o estabilidad. Hasta ahora. El porqué es sencillo de entender: el panel de Plasma es muy potente y la gran mayoría de usuarios no necesitarán más. Sin embargo, le falta un par de opciones para ser perfecto también como dock, y eso es lo que viene a paliar Latte Dock.
Latte Dock surge de la unión de dos desarrolladores que por separado ya habían hecho sus pinitos creando docks para Plasma, recogiendo lo mejor de su trabajo previo y mejorándolo aún más. Latte Dock es un puntazo porque no se trata de un simple dock al estilo Plank, es decir, un gestor de tareas de solo iconos y poco más (cosa que ya se puede hacer con el panel normal), sino de uno que conserva todas las características del panel de Plasma, incluyendo poner los widgets que se quieren, pero en la forma dock, no de panel, y con un buen surtido de opciones.
Por ejemplo, Latte Dock puede situarse en cualquier margen de la pantalla con cualquier alineamiento; elegir la visibilidad, incluyendo el ocultamiento inteligente típico de los docks; elegir el tamaño máximo, por lo que a medida que se añadan lanzadores o widgets irá extendiéndose automáticamente; elegir el tamaño de los iconos y el espaciado entre ellos; elegir el fondo del dock, que puede ser el del tema del escritorio o dejarlo transparente; y por supuesto, cuenta con el efecto de tipo ola tan característico. Y tiene muchas más opciones.
Lo mejor de Latte Dock es ese montón de opciones para dejarlo al gusto, pero también la genial integración con Plasma (¡se merece un hueco en el software oficial de KDE!) y, por lo que lo llevo usando, se ha demostrado bastante estable para lo que se había visto hasta el momento.
Con todo, Latte Dock tiene margen de mejora en aspectos como el consumo o la fluidez de los efectos (aconsejo desactivarlos, las aplicaciones tardan menos en ejecutarse), pero como el proyecto parece que tiene un desarrollo bien activo, solo cabe esperar que se siga puliendo. De lo que no cabe duda es de que es el dock más avanzado para Plasma.
Para probar Latte Dock es conveniente prestar atención a los requisitos en la página de GitHub, donde se listan repositorios para Arch Linux y derivadas en AUR y openSUSE Leap y Tumbleweed en OBS, además de un instalador Deb para Ubuntu. Bajando el paquete de la actual versión estable, el archivo INSTALLATION.md explica con más detalle cómo instalarlo en Debian, Kubuntu (está en los backports, pero exige ciertas dependencias) y KDE Neon, instalando las dependencias primero y compilando después vía script, por lo que el proceso es sencillo.
Como consejo, si lo que te interesa es un dock simple y ligero como lanzador y nada más, instala Plank: es más ligero y está más pulido; pero si quieres un dock todoterreno (iconos, reloj, bandeja de sistema, etc), Latte Dock promete.