Los paquetes independientes se están popularizando y de las diferentes propuestas que existen Snap parece estar cobrando especial relevancia en lo que a aplicaciones de terceros se refiere. Así lo demuestra el goteo de novedades que recoge la propia Canonical mes tras mes y del que hoy nos hacemos eco.
Por si acaso alguien se ha perdido, cuando hablamos de paquetes independientes lo hacemos de los nuevos formatos de instaladores que se olvidan de dependencias y cuyo objetivo es simplificar el proceso distribución e instalación sin importar la distribución, valga la redundancia. Los dos grandes ejemplos, aunque hay más, son Snap y Flatpak, y su presencia está expandiéndose de manera notable en el entorno de GNU/Linux. Aclarar, eso sí, que estos nuevos sistemas no vienen a reemplazar a la paquetería clásica, sino a reforzarla, como decimos, facilitando el acceso a más aplicaciones.
Por poner un ejemplo de cómo los paquetes independientes comienzan a mejorar lo que ha sido el panorama habitual, para un desarrollador es infinitamente más simple y eficaz empaquetar en un solo formato para todo Linux, que hacerlo según el gestor de turno o la distribución. Y para el usuario lo mismo: en los repositorios encontrará los paquetes de siempre, pero además tendrá a su disposición otros tantos que quizás no hubiese podido obtener de una forma tan directa.
Sobre qué formato se impondrá, es difícil adelantarse al trascurrir de los hechos, pero de los dos mejor posicionados, el de Canonical, por una vez, no está siendo rechazado de plano por la comunidad -tan importante es que los desarrolladores apuesten por el sistema como que lo hagan la mayoría de distribuciones posible- y utilizarlo en Arch Linux, Debian, Fedora, Gentoo, openSUSE y otras es muy sencillo (advertencia: en Fedora la experiencia falla por problemas con SELinux).
Además de una buena acogida por parte de las principales distribuciones Linux, Snap está recibiendo una creciente aportación de un segmento clave en esto de facilitarle la vida al usuario: las aplicaciones de terceros, esos desarrolladores independientes a los que hacíamos alusión y que en el caso de software privativo y comercial, son los más predispuestos a ignorar a Linux si el no hacerlo les supone más complicaciones de las imprescindibles.
En este sentido el pasado junio fue bastante movido y la recopilación de aplicaciones que pasan a formar parte del catálogo de Snap es de lo más interesante, tal y como recogen en Ubuntu Insights, y solo recogen el ‘top ten’ del mes; aunque también hay que dependiendo el caso se trata de aplicaciones mantenidas extraoficialmente Un vistazo a lo más destacado:
- Wekan, una aplicación autohospedada de tareas colaborativas y metodología Kanban (como Trello).
- Hiri, un gestor de correo electrónico con soporte multiservicio, compatible con Microsoft Outlook y Office 365 que merece un vistazo más de cerca.
- Plex Media Server, software de centro multimedia casero de sobra conocido (fork de XBMC, ahora Kodi) y con sus propias ventajas.
- Gitter, el cliente de escritorio del renacido servicio de comunicaciones para grupos de trabajo del que hace poco os informamos de su cambio de modelo de desarrollo a favor del código abierto.
- Mattermost, un alternativa del anterior y de la referencia del sector, Slack, también Open Source.
Como ejemplos solo de junio, no está nada mal el ritmo que lleva Canonical con sus snaps. Ahora bien, ¿cómo instalar todo eso? Quienes más fácil lo tienen son, por supuesto, los usuarios de Ubuntu, pues el centro de software de la distribución soporta Snap y permite localizar la mayoría de paquetes; mientras que los usuarios de otras distribuciones tendrán que usar sí o sí la línea de comandos. En este último caso, el proceder puede ser algo farragoso, por lo que uApp Explorer facilitará la labor de buscar aplicaciones y para instalar con un comando basta.
Toda la información sobre Snap en la documentación oficial.
A todo esto, es posible que el tema le suscite a alguien el pensamiento que de que sí, todo muy bonito, ¿pero qué clase de software recibimos? Acerca de lo cual un artículo de Jono Bacon, el ex-community manager de Ubuntu, iniciaba una discusión a la que vale la pena atender. Porque una cosa es el software soñado, otra el software que nos merecemos, y otra muy distinta el que nos termina llegando.