Para mi sorpresa, lo que pretendía ser un consejo para nuevos usuarios de Linux que quieren probar diferentes escritorios, un artículo que debería haber pasado sin pena ni gloria, generó mucho más ruido del esperado. Para mi tranquilidad, la gran mayoría de comentarios lo entendió y estuvo de acuerdo, algo que cobra un valor especial cuando quien concuerda lo ha experimentado por sí mismo. Pero, repito, para mi sorpresa, se armó una discusión que no parecía justificada. Sin duda el error es mío por no haberlo explicado todo lo bien que debiera, así que voy a intentar hacerlo mejor esta vez.
Como ya supondréis, me refiero a aquel artículo en el que aconsejaba a nuevos usuarios de Linux no instalar varios escritorios en el mismo sistema.
Pero, ¿por qué no hacerlo, si una de las grandes bazas de Linux es la variedad de escritorios que tiene? En primer lugar, por lo obvio: solo necesitas uno. Si instalas más es porque todavía estás buscando el más adecuado para ti o porque te va la marcha, ergo, eres un friki al que le gustan estas historias. En este último caso, no hay problema, disfruta como hacemos tantos otros.
Sin embargo, si lo que estás haciendo es buscar un escritorio para acomodarte en él y echar millas, esto es, usar el ordenador para tus cosas, tienes mejores alternativas que instalar un escritorio encima de otro. Todo depende del tipo de prueba que quieras hacer.
Por ejemplo, si acabas de llegar a Linux, tal vez te baste con un vistazo rápido a los diferentes escritorios para decidirte por uno. Nada más sencillo que descargar una distribución que funcione en ‘modo vivo’, lo cual no supone ningún riesgo para el sistema que ya tienes instalado. Sin salir de la familia Ubuntu lo encontrarás casi todo. Aun así, esta no es la manera idónea de probar un escritorio o sistema, pues la penalización en el rendimiento es importante.
Así que digamos que ya te has decidido por un escritorio y lo has instalado junto con la distribución que lo lleva, pero al cabo del tiempo, cuando ya lo has configurado todo a tu gusto y solo te preocupas por usar el sistema, no por configurarlo y mantenerlo, pasa algo. Algo como una actualización de otro escritorio que te llama la atención, o que el escritorio que llevas usando desde que llegaste a Linux queda descontinuado (como ha pasado con Unity, razón por la cual muchos usuarios que en su momento instalaron Ubuntu y solo han conocido Unity porque no les ha interesado conocer nada más, preguntan ahora como instalar otros escritorios… cuando es de lo más fácil del mundo). ¿Qué hacer entonces?
Si lo que quieres es probar un escritorio a fondo, usándolo en el día y volcando toda tu información en él, configurándolo en todo lo que necesites hasta conocerlo bien y saber si te lo quedas o no, lo ideal es que establezcas un particionado que se adecue a las circunstancias. Así solo tendrás que reinstalar cuando quieras (¡Linux se instala muy rápido!) y punto, no perderás nada. Es más fácil de lo que parece e incluso aunque no tengas pensado cambiar de sistema y o escritorio, te va a salir a cuenta.
Pero vayamos al meollo de la cuestión: ¿qué pasa cuando instalas varios escritorios en el mismo sistema? ¿Acaso te explota el PC? ¿Se desata el Apocalipsis? En absoluto. Pero vas a ver cómo el consumo aumenta y es posible que experimentes «problemillas» que si sabes manejar no suponen nada extraordinario. Como decía uno de los comentarios en el primer artículo, rompiendo las cosas es como se aprende a utilizarlas. Pero eso es decisión del usuario, no de quien recomienda, y habrá muchos usuarios que no estén por la labor de «aprender a palos».
Supongamos, pues, que un usuario de Ubuntu, ante el anunciado fin de Unity, se instala encima KDE Plasma, solo para probar. Y encima se instala GNOME Shell, solo para probar. No es mala solución, si una vez se haya decidido, instala de cero. Pero quizás se desilusiones al ver que Plasma consumo lo mismo que Unity y GNOME, cuando la realidad es otra.
Fijaos en la siguiente imagen y en las tres columnas de procesos: la primera corresponde a Ubuntu con Unity instalado de cero, la segunda tras haber instalado encima Plasma y en la tercera se suma GNOME Shell. Pero ojo, porque el escritorio utilizado es siempre Unity.
Apenas son unos MB, es cierto, pero todos esos procesos destacados van a estar cargados en memoria se estén utilizando o no. Es un desperdicio, por poco que sea el aumento del consumo. Y repito: son solo unos MB.
Otros cambios con los que se va a encontrar el usuario que haga estas cosas afectan al estilo visual de elementos como la pantalla de entrada:
El estilo visual del escritorio:
Errores aleatorios en componentes:
O elementos superpuestos de escritorios que no está utilizando, entre otros:
Un apunte importante: cada distribución es mundo y el orden de los factores sí altera el producto, razón por la cual, aunque todos estos ejemplos se pueden solucionar fácilmente si se sabe cómo hacerlo, recomendar a un nuevo usuario estas historias es ponerle un puentecito de plata para que regrese a Windows en un alto porcentaje de los casos.
Así que cada cual es libre de hacer lo que quiera con su sistema, faltaría más. Pero el consejo que os damos es que no merece la pena. Consejo, ¿eh? No imponemos nada (¿podríamos, acaso?). No se trata de «asustar a novatos» como decía algún lumbreras, sino de advertirles que hay mejores formas de hacer las cosas.
Termino pidiendo por favor a quien no esté de acuerdo con lo expuesto, que lo rebata con argumentos, como acabo de hacer yo. Los desaires y los insultos no son argumentos. Y, por supuesto, si alguien entra despotricando, le contesto y ante la evidencia en lugar de pedir disculpas y reconocer el error, borra su comentario y escapa… Como para hacerle caso. Espero que comprendáis este último párrafo, porque lo del artículo anterior no es de recibo.