«Ubuntu es completamente sostenible por sí mismo. Si me atropellara un autobús mañana, podría seguir sin mí«. Son palabras de Mark Shuttleworth, fundador y CEO de Canonical, en una entrevista concedida a eWeek en la que confirma los planes de la compañía para salir a bolsa.
El dato no es irrelevante, porque al «Linux para seres humanos» le ha costado llegar hasta ahí más de una década y sacrificios importantes. El más señalado, el abandono de la convergencia representado por el escritorio Unity, así como un cambio de rumbo que en realidad había comenzado mucho antes sin que se notase, y que en realidad no cambia en nada las cosas. Puede que el objetivo ya no sea el escritorio, pero lo único que va a percibir el usuario es, precisamente, un cambio de escritorio, puesto que nada de lo que Canonical preparaba llegó nunca al gran público.
Quizás pueda sonar contradictorio decir que justo después de afrontar su mayor fracaso, Canonical y Ubuntu están en su mejor momento, pero es la realidad que transmiten desde la propia compañía. El negocio lo han encontrado en la computación en la nube y los servicios asociados, mientras que el Internet de las cosas, un segmento todavía emergente en el que Ubuntu ya está bien posicionada, podría suponer la próxima oportunidad para seguir creciendo.
«Lo bonito de Ubuntu es que hemos creado una plataforma que es gratuita para usuarios finales con servicios comerciales alrededor suyo […]. Una plataforma de calidad empresarial, gratuita y aun así completamente sostenible«, comenta Shuttleworth. Nada de eso ha cambiado ni lo hará, sostiene, dado que el fundamento de su actividad está en el software de código abierto. Pero matiza: «Hemos visto cómo Ubuntu se ha movido al mainstream en unas cuantas áreas, y algunas cosas de las que hemos estado haciendo nunca serán sostenibles, otras sí«.
En efecto, las áreas no sostenibles son las relacionadas con el mercado de consumo, léase Unity 8. «Mientras hemos sido una compañía puramente privada, hemos tenido toda la libertad para llevar adelante cosas que no eran sostenibles comercialmente«. Pero con el foco puesto en una oferta pública que no se sabe cuándo llegará, el librarse de toda iniciativa sin proyección comercial era un requisito imprescindible. Por eso se abandonó el desarrollo del escritorio, lo cual no significa que Canonical haya abandonado el escritorio. Eso no va a pasar.
«Me encantaba Unity«, se lamenta Shuttleworth.