La semana pasada os invitamos a participar en una encuesta acerca de GNOME Shell en la que os preguntamos cómo lo usáis, con o sin extensiones, y como veis en el titular, la gran mayoría lo hacéis con. Y esto, ¿es importante? La verdad es que no, pero como sucede con las encuestas que hacemos por aquí de vez en cuando, no se trata de desvelar el sentido de la vida, el universo y todo lo demás, sino de saciar un poco la curiosidad.
Saciada un poco la curiosidad, pues, el resultado de la encuesta no es en realidad nada sorprendente para quien se mueve por estos mundillos de Tux, en los que GNOME es el entorno de escritorio por excelencia, el que encabeza las principales distribuciones y en el que se basan de una manera u otra varios de los escritorios más populares de Linux. Pero no hablamos de todo GNOME, sino de GNOME Shell, la interfaz de escritorio con la que interactúa el usuario, y que en su tercera versión dio una ligera vuelta de tuerca al paradigma tradicional que no ha sido del agrado de todo el mundo.
Simplificando, GNOME Shell propone una experiencia por defecto espartana, pero también ofrece herramientas para personalizarla con bastante libertad. Entre otras, las extensiones. Sin embargo, utilizar extensiones rompe en muchos casos la visión que los desarrolladores intentan transmitir y suscita varias de las discusiones habituales en torno al escritorio, como si son imprescindibles para recuperar funcionalidades básicas, y al mismo tiempo pueden dar problemas de rendimiento o estabilidad, o dejarte colgado de una versión a otra porque se queden sin soporte.
Pues bien, la ventajas superan a los inconvenientes para una gran mayoría de quienes participasteis en la encuesta y aunque la muestra que hemos recogido es pequeñita (la encuesta era muy específica y apenas estuvo tres días abierta), es un indicativo más de cómo está el patio.
¿Cómo leemos este resultado? El número de la bestia se reparte en las tres opciones a votar con un sesgo abrumador: casi un 90% le pone extensiones a GNOME Shell y un 60% dice que tres o más. Lo que no sabemos es qué tipo de extensiones, pero tampoco importa. Como se acaba de señalar, solo es un indicativo y era fácil de prever. No hay sorpresa porque cuando el río suena, agua lleva, y basta con leer discusiones -aquí o en cualquier otro sitio, pero la que generó la encuesta es buena muestra de ello- para comprobar que hay una disparidad de criterios sobre el tema.
Así que puede que haya a quien le parezca que la discusión es una tontería, que es cansina o que solo pretende molestar, pero la discusión existe, a diferencia de lo que pasa con otros escritorios. Por eso la planteamos. Si no hacemos esta pregunta con Cinnamon o Plasma -por poner dos ejemplos a la altura de GNOME- es porque nadie la hace. Quien usa Cinnamon o Plasma puede añadir complementos al escritorio, pero no necesita instalar herramientas adicionales para realizar modificaciones básicas, como sí ocurre en aquellas distribuciones que sirven un GNOME pelado. Tan sencillo como eso.
Repetimos: no es lo mismo instalar extensiones -o aplicaciones, en el caso de GNOME Tweak Tool- para recuperar funciones básicas, que perder tiempo personalizando el escritorio porque a uno le apetece. Ese es el origen de una historia que no nos hemos inventado nosotros. Lo que tampoco vamos a hacer es erigirnos en portavoces de todos los usuarios de GNOME -entre los que nos incluimos- y por eso preguntamos, antes de afirmar. Sin dramas, solo por curiosidad.