Pasado mañana se estrena Ubuntu 18.04 LTS, un lanzamiento tan importante para la propia distribución como para su entorno de escritorio, y es que tras siete años de Unity, GNOME vuelve a ocupar el lugar privilegiado al frente del escritorio Linux más usado en todo el mundo. Mientras que la anterior Ubuntu 17.10 supuso el retorno al redil, la nueva versión de soporte extendido es la prueba de fuego y confirmación de que GNOME y su Shell son, una vez más, la cara amable del Linux para seres humanos.
Sin embargo, los usuarios que no hayan tenido contacto con GNOME durante estos años notarán más cambios aparte del estético, o de la pérdida de las características que hacían de Unity algo muy bien pensado. El principal, un aumento en el consumo del sistema que en la práctica lo invalida como alternativa para equipos con los recursos justos. Hablando en plata, lo mínimo, mínimo en cuestión de requisitos para considerar la edición oficial de Ubuntu con GNOME sería… ponle un Dual Core y 4 GB de RAM, y la experiencia no va a ser precisamente como para tirar cohetes.
Sé lo que pensáis algunos: unos, que a día de hoy basta con abrir el navegador para que un Dual Core y 4 GB de RAM se queden en nada, por lo que el entorno de escritorio es el menor de los problemas aquí (ojo: una unidad SSD puede suponer una diferencia radical); otros, que exagero. En realidad todos tenemos nuestra parte de razón. Una configuración como la mencionada es sufrimiento garantizado para quien está acostumbrado a cosas más potentes, y no hay escritorio por ligero que sea que lo remedie; y por el mismo motivo, cada cual se conforma con lo que tiene, es a lo que está acostumbrado y no echará en falta lo que no conoce.
Lo que hay es lo que hay, pero afortunadamente algo que hay en GNU/Linux son alternativas y aunque sea por ahorrarse un poco de padecimiento, Ubuntu con GNOME no es buena opción para quienes gastan equipos modestos. En su lugar y dependiendo siempre de los requisitos de la máquina, cualquier otro de los sabores oficiales de Ubuntu es más recomendable, de Kubuntu a Ubuntu MATE, Ubuntu Budgie, Xubuntu o ya en el extremo, Lubuntu. Pero que GNOME Shell es el escritorio más tragón de Linux ya lo sabíamos, ¿no?
No me refiero a la infame pérdida de memoria de GNOME Shell, de la que tanto se habla desde hace unas semanas. De hecho, no sé si llegamos a comentarlo por aquí, porque conforme supe del tema le resté importancia: era -parecía, más bien- un bug que se arreglaría tarde o temprano, y con Ubuntu 18.04 a la vuelta de la esquina yo apostaba porque fuera temprano. Acerté. Sin embargo, es algo mucho más serio que un bug y, al mismo tiempo, su gravedad es relativa. Para quien no se haya enterado de esta historia, la resumo a continuación.
A partir de GNOME 3.26 se detectó un problema con la gestión de la memoria. El mal funcionamiento se ocasiona simplemente utilizando el escritorio: abriendo las actividades, el lanzador de aplicaciones, los menús de sistema… Realizar cualquiera de estas acciones u otras ligadas a la Shell provoca que el consumo de memoria del proceso de GNOME Shell no pare de engordar. Es infinito. Si le das tiempo, se come toda la RAM que tengas disponible. Lo cual, explicado así, suena a tragedia. Este mal funcionamiento, además, se mantiene en GNOME 3.28.
Sobre este asunto informó OMG! Ubuntu! en su momento y poco después se conoció que había un parche en camino. Un parche que, ojo al dato, se publicó la semana pasada y desde entonces lo están probando en Ubuntu 18.04, previa llamada a la colaboración. A una semana del lanzamiento final, se ponen a probar un parche crítico… Más tragedia.
Por otro lado, hace unos días que el desarrollador de GNOME encargado del parche publicó en su blog un detallado artículo -de lectura obligada para quien desee comprender los pormenores técnicos- acerca de la infame pérdida de memoria de GNOME Shell, según lo ha denominado él (yo solo le he robado el título). En el mismo explica en qué consiste el problema y no es un bug. Es, dicho de la manera más simple posible, un fallo de diseño de GNOME Shell, algo que no puede ser arreglado, sino mitigado. Y más tragedia.
Alto. Que nadie se estrese. A partir de este punto vienen las buenas noticias y la primera es que el parche de marras parece estar teniendo éxito y además de a Ubuntu, podría llegar en breve a cualquier distribución con GNOME 3.28. A su vez, se están aplicando otras medidas que quizás más adelante podrían sumarse al código del escritorio y que, sin hacer desaparecer el asunto de fondo, mejorarían aún más el panorama. A ello han contribuido diferentes desarrolladores, de Red Hat, de Canonical, de Endless OS (el encargado del parche), entre otros.
Ahora tomémonos unos segundos para reflexionar sobre algo cuando menos llamativo: ¿cómo es posible que un problema de semejante envergadura haya pasado desapercibido a lo largo de dos versiones de GNOME? Si habéis visto el vídeo de más arriba, no es fácil de ignorar… Pero ahí está la clave: sí es fácil de ignorar. No todas las combinaciones de «cosas» que se hagan en el escritorio afectan por igual y por lo general el aumento del consumo es irrisorio. Colapsar un sistema con más de 2 GB de RAM en uso normal requeriría de horas y horas de hacer el cafre.
Es decir, el fallo está ahí y es innegable, pero no entraña ningún percance para la gran mayoría de usuarios. Como mucho, para aquellos que nunca reinician el ordenador y en estos casos un comportamiento irregular se soluciona ipso facto con un comando sencillo (Alt+F2 y r). Así que no os preocupéis por la infame pérdida de memoria de GNOME Shell, porque no es tan grave como parece. Lo verdaderamente increíble del asunto y lo que confirma la poca gravedad del mismo, es que esto no viene de GNOME 3.26. Viene de mucho, mucho antes.
Así es como surgen discusiones interminables como la del mencionado «fallo de diseño de GNOME Shell», un «problema» controvertido y complicado que se refiere a la propia concepción técnica del escritorio. Y tampoco viene de nuevo. Pero, repito: el auténtico problema de GNOME con la memoria no es debido al infamous, sino a la cantidad de componentes que precarga, principalmente para facilitar el uso de las cuentas en línea y la sincronización de datos entre aplicaciones. Conviene tenerlo en cuenta.
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Por si acaso alguien no lo ha entendido: un entorno de escritorio como GNOME o KDE Plasma ofrece muchísimas opciones, y si se usa ‘a tope’, incluyendo aplicaciones de productividad, el consumo va a ser alto siempre. Por el contrario, tanto GNOME como KDE pueden rebajar su consumo considerablemente si se eliminan cosas que no se usan y se configuran con algo de detenimiento, aunque es cierto que en comparación con Plasma, GNOME es más difícil de afinar y tiene más limitaciones, de ahí la recomendación anterior. Ergo, si tienes un equipo apto para ejecutar con eficacia software actual, lo cual va bastante más allá del escritorio, no te preocupes por nada de esto: GNOME Shell está en su mejor momento (y Ubuntu 18.04 LTS promete; y si no te convence, algún miembro de la familia lo hará).