No recuerdo cuándo empecé a utilizar Firefox. Recuerdo que aún no se llamaba Firefox, y creo que andaba por su versión 0.5. Pero tardé muy poco en quedar satisfecho con el navegador, del que nunca me he despegado del todo: por interés personal y profesional, he probado cada nueva versión para experimentar de primera mano sus novedades. De ahí a tenerlo como navegador principal hay un trecho, y es que aunque he intentado volver antes, no lo he conseguido.
Siendo generoso, en los últimos ocho años o por ahí, Firefox ha sido para mí un triste quiero y no puedo. La incapacidad de Mozilla por ofrecer un navegador a la altura de lo esperado, me ha desesperado, valga el juego de palabras. La diferencia de rendimiento con Chrome, la mala integración con el escritorio Linux y la falta de interés por parte de Mozilla en al menos aparentar lo contrario, han podido para mí más que la fama de guay que tiene, entendiendo esto como lo que predica Mozilla y muchos creen a pies juntillas: que Firefox es el salvaguarda de la Internet libre y tal y tal. No lo compro.
Soy de la opinión (este es un artículo de opinión, sí) de que la tecnología de Firefox aún no está al nivel de la de Chrome, cuyo rendimiento sigue siendo superior; de que la privacidad que ofrece por defecto -como lo usan la mayoría de usuarios- está a la par de navegadores como Chromium o Vivaldi; de que ni Mozilla ni Firefox son imprescindibles para el futuro de una Internet abierta; y de que los errores de Mozilla son demasiados como para pasarlos por alto. Es decir, mi opinión al respecto de este tema es diametralmente opuesta a la de la mayoría de vosotros. Estoy convencido de ello, porque llevo leyendo vuestros comentarios -y muchos otros comentarios a lo largo y ancho de Internet- por años y cada vez que se habla de Firefox, la cantinela es la misma.
Para mí y para más gente, Mozilla no es solo una organización sin ánimo de lucro al servicio de la ciudadanía: es también una multinacional con claros intereses económicos. O así lo considero yo después de ver los vaivenes que han dado con cosas como Firefox OS, la compra de Pocket y demás historias en las que han invertido recursos no sé para qué, pero mientras tanto el desarrollo de Firefox ha palidecido en comparación con el de Chromium. Pero qué más da lo que se gaste Mozilla, si Google les paga una millonada para poner su buscador al frente… (¿esto forma parte de su lucha por la privacidad?).
En otras palabras, Mozilla Corporation depende y trabaja para Mozilla Fundation, ambas organizaciones son importantes, emplean a muchas personas y solo por mantener su estructura la necesidad económica es imperante. Como es imperante que para crecer y prosperar, para plantarle cara a gigantes como Google o Microsoft, es necesario ingresar cuanto más dinero mejor. Mantener la estructura, claro, significa también mantener oficinas exclusivas en el centro de algunas de las ciudades más caras del mundo, o mantener el generoso sueldo que cobran sus directivos. Que me parece bien, ojo, pero no vayamos de hermanitas de la caridad por la vida.
Dicho todo lo anterior, soy consciente de que Mozilla no es lo mismo que Google, de que su objetivo final no es solo el de hacer dinero, ni mucho menos espiar al mundo entero; de que la tecnología que nutre a Firefox ha mejorado de manera notable en el último par de años, de que seguirá haciéndolo y de que aunque no llegue a a superar a Chromium, estará a la par o casi, como ya lo está; de que Mozilla y Firefox, sin ser imprescindibles ni para el ecosistema del código abierto, ni para Internet, sí son beneficiosos y necesarios; y de que los errores de Mozilla no son tampoco como para lapidarlos.
Redactando el artículo de Microsoft apuesta por Chromium, Mozilla lo lamenta, hubo una cita de la propia Mozilla que me hizo gracia: «Firefox es radicalmente mejor de lo que era hace 18 meses. Pruébalo como tu navegador por defecto durante una semana y luego decide«, a lo que yo respondí «como si la gente que vaya a leer ese artículo no usase ya Firefox, o no le hubiese dado la oportunidad«. Lo sé, porque esta no es la primera vez que lo intento con Firefox, y un par de semanas es lo máximo que suelo aguantar antes de volver a algo basado en Chromium.
A modo de curiosidad, en nuestra encuesta de navegadores web de 2018 yo voté por Vivaldi, que es el que venía usando durante el último año con muy buena experiencia. Mientras tanto, veía cómo Firefox acumulaba votos y flipaba. Vuestro ímpetu a favor del navegador me ayudó a tomar una decisión que llevaba tiempo meditando y que abarca mucho más que el navegador. Pero hoy hablamos de navegadores, de Firefox, y no me voy a salir del tema.
Total, que me pasé a Firefox hace más de un mes y no tengo intención de dejarlo en el corto plazo… porque me siento satisfecho con cómo funciona, con sus características; y porque la decisión que he mencionado incluye otras cosas que tengo que probar en profundidad y con tranquilidad, de las cuales muy seguramente acabe contando y reflexionando en estas páginas.
Si recordáis la broma que hicimos para el Día de los Inocentes, hubo quien se la olió al instante, quien se la creyó (¡hasta la cuenta de Firefox en Twitter tuvo que salir a decir que era una broma!) y quien, sin creérsela, vio algo de verosimilitud con lo que podría pasar en un futuro cercano. Conforme redactaba la broma, yo mismo pensé que eso podía llegar a suceder. Ni me parece descabellado, puesto que Mozilla podría hacer de contrapeso a gigantes como Google y Microsoft, ni me parecería una gran desgracia, aun cuando considero que disponer de alternativas siempre es positivo.
Pero heme aquí, deseando que Firefox vaya implementando todo lo que le queda por implementar, simplemente para ver cómo compite con Chromium.
Firefox tiene problemas que corregir y margen para mejorar, pero también es un gran navegador web. Y más allá de reductos como Chromium -u otros navegadores basados en este y mucho más interesantes a nivel de privacidad que el propio Firefox… entre los que no se incluye Brave- Opera o Vivaldi, incluso aunque la mayoría de estos sigan apoyándose en la búsqueda de Google, el dominio de Chrome, el mejor navegador de la actualidad, es algo contra lo que hay que luchar. Y Firefox es el mejor posicionado para hacerlo.