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El escritorio Linux, ¿en peligro por la fragmentación?

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¿Es la fragmentación la losa que ha lastrado cualquier oportunidad del escritorio Linux para triunfar entre las masas? Hay quien lo considera tal cual, y de las muchas personas que sostienen esa opinión, Linus Torvalds es sin duda la más destacada. El primer objetivo del padre de la criatura fue el escritorio, pero al contrario de lo sucedido allí donde se ha introducido el sistema, el escritorio siempre ha sido un agujero negro para las aspiraciones de quienes trabajan en él. Con matices.

Da la casualidad de que hace unas semanas hablamos de este mismo asunto, en otro términos. Comentábamos que Google podría ser la última esperanza para ver el año de Linux en el escritorio, a tenor de que el móvil se ha convertido en el nuevo personal computer del mundo, con Android superando en usuarios al mismo Windows, y con los Chromebooks como una de las apuestas más sólidas de los últimos años para reemplazar al escritorio tradicional. Todo es Google, pero todo es Linux; mas no el Linux que muchos quisiéramos ver.

La opinión anterior, sin embargo, no es exclusivamente mía. «Linus Torvalds mira a Chromebooks y Android como el futuro del escritorio de Linux«, recogen en ZDNet a raíz de una entrevista concedida por creador del núcleo a otro medio en la que pesa un argumento por encima del resto: la falta de estandarización o, dicho al revés, la fragmentación reinante en el ecosistema de lo que también podemos llamar GNU/Linux de PC. La cita, por cierto, es casi exacta: «Los Chromebook y Android son el camino«, decía Linus (el mismo que se compró un Chromebook Pixel y le instaló Fedora.).

Steven J. Vaughan-Nichols, veterano donde los haya en esto de cubrir la actualidad tecnológica del código abierto y, valga la redundancia, abierto apasionado de Linux Mint como su sistema principal de trabajo, se adentra en la discusión señalando que aun con las tiendas de aplicaciones modernas, a través de las cuales instalar aplicaciones es algo tan sencillo como en cualquier otro sistema, existen demasiadas vías para hacer lo mismo, dificultando la vida a los desarrolladores. La opinión de Torvalds es similar, y mientras que ve con buenos ojos novedades como Flatpak, su competencia directa con Snap le supone, una vez más, el tipo de fragmentación que le pone trabas al éxito del escritorio Linux.

Torvalds, de hecho, reconoce que estaríamos mejor con un solo escritorio estandarizado para todas las distribuciones. Así que el problema no estaría tanto en las distribuciones, sino en los escritorios -aunque él mismo ha cambiado y cargado contra los que ha utilizado- y la gestión de software. En el tema de la estandarización del escritorio Linux, no obstante, hay opiniones para todos los gustos.

Vaughan-Nichols apunta en su artículo lo obvio: ninguna de las tres grandes desarrolladoras comerciales de sistemas Linux, Red Hat, SUSE o Canonical, tienen como prioridad el escritorio. Su negocio está en los servidores, la nube y demás. Aun así, las tres contribuyen en la mejora del escritorio Linux, que también ofrecen como parte de su oferta de software. «La mayoría de las tuercas y tornillos de la generación actual del escritorio Linux están fijadas por las comunidades relacionadas con proveedores», dice, léase Fedora, openSUSE y Ubuntu. Pero esta es una forma de ver las cosas injusta para Canonical, que es la única que ofrece el mismo escritorio para sus clientes corporativos y usuarios domésticos: Ubuntu solo hay una.

Vaughan-Nichols continúa hablando de las distribuciones comunitarias, como Linux Mint o Manjaro, que estarían haciendo «un buen trabajo, pero con presupuestos reducidos». La consecuencia es que muchas terminan desapareciendo. En este punto se refiere a la reflexión que hacía Clement Lefebvre, líder de Linux Mint, en el último boletín de información que recogimos en el PING del sábado pasado: «una reflexión del estado del software libre desde el punto de vista de los desarrolladores» y de cómo las prioridades cambian para estos y se reflejan en el proyecto… para mal, se entiende. Estas pequeñas distribuciones comunitarias «tienden a durar cinco o seis años y luego la vida real se interpone en el camino de lo que casi siempre es un esfuerzo voluntario. Los programadores se alejan y la distro comienza su declive para ser reemplazada por otra«, escribe.

«De cara al futuro, me encantaría ver a una fundación que reúna a la comunidad de escritorios de Linux y haga que construyan un escritorio común para todos. ¿Estás escuchando Linux Foundation? […] Ese escritorio, a su vez, sería más exitoso comercialmente […] lo cual significaría que muchos más desarrolladores podrían vivir de su trabajo […] Tratemos de hacer que esto suceda. De lo contrario, el escritorio tradicional de Linux, en todas sus variaciones, seguirá siendo un sistema operativo de nicho para usuarios avanzados», concluye Vaughan-Nichols.

Tiene razón en parte: si hubiese un solo escritorio, toda sería más fácil. Pero se equivoca en la valoración, desde mi poco humilde punto de vista: Linux Mint lleva más de una década de actividad y Manjaro se acerca a cumplir la suya, por citar dos de sus ejemplos; y ninguno de los dos parece que se vaya a despedir pronto. Al contrario, su crecimiento y establecimiento hablan por sí solos, sitúandolas para el usuario de escritorio al nivel de las distribuciones corporativas.

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Lo que no se puede cuestionar son los fundamentos, que deberían ser comunes a todas las distros… ¡y es que ya lo son! El kernel Linux, el stack gráfico, las principales aplicaciones… Todas las distribuciones usan casi lo mismo en su base. A lo cual hay que añadir que también hay un escritorio Linux prácticamente estandarizado por los tres grandes proveedores: GNOME. Viéndolo así, es cierto que hay un buen número de proyectos que se solapan. Pero, ¿qué se puede hacer? Porque no, The Linux Foundation no está escuchando.

Pues, sencillamente, no se puede hacer nada y la culpa no es de otra cosa que de eso que llamamos software libre, cuya idiosincrasia permite desarrollar sobre lo desarrollado, que es como han surgido el cien por cien de escritorios que tenemos hoy en día. Todos han tomado algo de otro proyecto y el motivo de su proliferación ha sido, también en el cien por cien de los casos, el descontento de alguien con lo que existía. Es lo que pasa cuando se mezclan el genio humano y las licencias de código abierto.

La única posibilidad de que el escritorio Linux se extienda entre las masas es, quizás, que un gigante como Google lo intente a base de quemar millones, que es lo que lleva haciendo desde hace más de una década con Android, pero también con Chrome OS. Sin embargo, cabe repetir, ese no es el Linux que muchos quisiéramos ver arriba del todo, por más que utilice Linux.

Por lo tanto, lo más probable es que el escritorio Linux siga «siendo un sistema operativo de nicho para usuarios avanzados», lo cual tampoco es el peor de los escenarios. En la última década, con los importantes problemas que quedan por pulir, el escritorio Linux ha avanzado una barbaridad y son muchos los usuarios que lo siguen y seguirán utilizando no por filosofía o principios, sino por pragmatismo, porque lo prefieren -lo preferimos- a las alternativas privativas por motivos tan espurios como que funciona mejor para lo que lo usan. Y quien dice usuarios, dice cada vez más empresas y organizaciones de todo tipo.

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