Hoy termina en Barcelona Linux Application Summit 2019, un evento organizado por GNOME y KDE con el importante objetivo de fortalecer el ecosistema de aplicaciones en Linux, intentando en lo posible buscar soluciones a los problemas más comunes que existen, que son muchos.
Contando hoy, habrán sido cuatro días de conferencias y debates en los que ha dado tiempo para hablar de multitud de temas, de los más específicos a los más genéricos, entre los cuales se cuentan los más trascendentales para asegurar la salud -que la tiene- del escritorio Linux y, es lo deseable, mejorar sus perspectivas de crecimiento. Hasta el momento, esta ha sido la iniciativa de colaboración más destacada de los dos grandes exponentes del escritorio Linux, GNOME y KDE.
Como decimos, las jornadas han dado para discutir de muchas cosas, de programación a frameworks de desarrollo, empaquetado, distribución, sostenibilidad, fragmentación, apertura… Quien no haya podido asistir pero esté interesado en conocer todo lo que se ha contado, tiene a su disposición los vídeos de cada una de ellas en el canal de Linux Application Summit en YouTube.
Una de las charlas más interesantes era la que daba Frank Karlitschek, fundador de ownCloud y Nextcloud y antiguo miembro del proyecto KDE. En ella (día 2) recoge la idea, según se hacen eco en ZDNet, del tan manido «año del escritorio Linux«. ¿Es posible lograrlo, o seguirá siendo una quimera de manera indefinida? La postura de Karlitschek es interesante a este respecto porque pone de manifiesto los problemas que arrastra la comunidad del software libre.
Por un lado, para Linux hay aplicaciones para todo, pero su número está muy lejos de las que se pueden encontrar en Windows o Mac. Por lo tanto, habría que atraer a más desarrolladores; pero un ecosistema tan diverso lo complica: diferentes tecnologías, diferentes sistemas de distribución y empaquetado… Los proveedores de software independiente no lo tienen fácil, y de ellos depende en buena medida que esto despegue.
En efecto, hablamos de software privativo en su mayoría, pero es que solo así GNU/Linux se puede transformar en una plataforma atractiva para el grueso de los usuarios de PC. Sin aplicaciones como Photoshop o Microsoft Office -al parecer, esta mención hizo que los simpatizantes de GIMP y LibreOffice fruncieran el ceño- por citar solo dos ejemplos de los más populares, es difícil aspirar a las masas.
Pero, ¿no es la pequeña cuota de de GNU/Linux la razón por la que esas aplicaciones y muchas otras no llegan? Tiene su influencia, por supuesto; pero también hay otros factores que lo dificultan, como la mencionada fragmentación de tecnologías, de cuya elección depende que el desarrollo y distribución del software se complique más de la cuenta. De hecho, Karlitschek llega a quejarse de Flatpak y Snap porque, ¿para qué hacen falta dos soluciones iguales?
La pregunta no tiene respuesta, y es que si en el mundo del software libre es harto complicado que no surjan discrepancias -y por lo tanto, forks y más fragmentación- sobre la dirección de los proyectos y las tecnologías a emplear, una cosa es intentar el consenso en torno a pilares básicos y otra que alguna parte renuncie a aquello que impulsa, especialmente cuando tiene buena aceptación. Es el caso de Flatpak y Snap, que a lo largo de toda la Linux Application Summit se erigieron como el camino a seguir en materia de distribución de aplicaciones de terceros.
Así, ya puede haber toda la oposición -por parte de los usuarios; para los desarrolladores supone una verdadera solución- que se quiera, que Flatpak y Snap han llegado para quedarse y asentarse como las vías de distribución recomendadas para lanzar nuevas aplicaciones en Linux.
Este ha sido, con bastante probabilidad, el acuerdo más relevante que ha habido en estos cuatro días, como también recogen en el blog de Ubuntu, siendo Canonical (junto con SUSE y Red Hat) uno de los principales patrocinadores del evento. Por lo demás, como hemos señalado se ha debatido acerca de muchos otros temas.