Kate es el editor de texto del escritorio Plasma, una de tantas aplicaciones desarrolladas como parte del ecosistema del proyecto KDE sin las que este no sería lo mismo, y es que hay aplicaciones que no aportan mucho y otras que lo aportan todo, como es el caso de Kate, que estos días cumple 20 años.
El dato lo recuerda Christoph Cullmann en el blog oficial de Kate, y es realmente llamativo porque se trata del mismo desarrollador que el 14 de diciembre del 2000 publicó la solicitud inicial en las listas de correo de KDE para dar a conocer un proyecto con el que dotar a KWrite de una interfaz más potente. Esa interfaz, sobra añadir, fue Kate.
Cullmann comenzó a desarrollar Kate con 18 años y con los 38 que tiene ahora sigue siendo su principal mantenedor, aunque como él se apresura a señalar, han sido cientos las contribuciones que han llevado al editor de texto hasta donde está hoy. ¿Y dónde está Kate hoy, te preguntas? En el mejor estado en el que ha estado nunca, valga la redundancia.
Sucede que hay incluso usuarios de KDE que no conocen a Kate, porque hay distribuciones que como editor de texto por defecto ponen a KWrite, que sigue existiendo y está muy bien para lo básico, pero que cuestión de funcionalidades palidece en comparación con Kate. Hasta en KDE neon el editor predeterminado es KWrite, en lugar de Kate.
También es cierto que en los tiempo que corren Kate se puede quedar corto para según qué tipo de usuarios, que en editores -ya sabéis que cuando hablamos de editores de texto en el contexto de Linux, no lo hacemos precisamente de clones del bloc de notas de Windows- como Visual Studio Code tienen todo lo que puedan desear y algo más. Las cosas como son.
Pero si bien Kate no tiene tanto por ofrecer, goza a cambio de una integración con el escritorio de primera y de un rendimiento muy superior al de cualquier aplicación del estilo, con matices como qué se esté haciendo, vaya. Reconozco que yo también he caído en la trampa, pero Kate siendo mi preferido para realizar ediciones rápidas y alguna que otra cosa más.
Dicho, lo cual, el motivo de esta entrada no era hacer un repaso a las bondades de Kate, que las tiene y merecen su consideración; ni siquiera celebrar tan señalado aniversario, aunque también lo merezca, especialmente el trabajo de Christoph Cullmann y el de todos los que han puesto su granito de arena.
El motivo de este entrada era simplemente hablar un poco de Kate, que me encanta y, ya que estamos, reconocer la importancia que tienen estas «pequeñas aplicaciones» que todos damos por hecho en la experiencia que ofrece actualmente el escritorio Linux, porque sin ellas habría escritorio, pero no entorno.
¿Eres usuario de KDE y nunca has usado Kate? Ponte las pilas, porque no es solo un editor de texto con el que escribir cuatro apuntes o ponerte a editar código: tiene muchas posibilidades… Y ahora que lo pienso, sería conveniente dedicarle un artículo en profundidad a esta y otras aplicaciones de las que «están ahí», pero que tienen mucho que rascar. Me lo apunto… en Kate, claro. Por cierto, está disponible en Windows.