La cuestión viene de lejos, pero me gustaría retomarla para darle un nuevo enfoque, más allá del de la funcionalidad. Así que vamos a hablar de las extensiones para GNOME Shell: ¿son necesarias? ¿Son recomendables? El debate está abierto, pero antes, unos datos.
Resumiendo la historia previa, GNOME Shell es lo que es y aunque hay quien lo prefiere tal cual, como por ejemplo mi compi Eduardo Medina, también hay quien lo encuentra tan básico y fatigoso que lo adereza con extensiones con las que recuperar algo de la funcionalidad elemental que ofrece todo escritorio clásico. Es decir, sin entrar si quiera en el uso de extensiones accesorias, como el que se instala applets para gestionar la reproducción de música o lo que sea.
De hecho, hace tiempo que publicamos una encuesta al respecto y la abrumadora mayoría aseguraba utilizar extensiones para GNOME Shell. Esto significa que, si depende del usuario, se prefiere la experiencia con extensiones. Por lo obvio, en términos generales: aportan funciones comunes de las que el escritorio carece.
Yo estoy de acuerdo con la mayoría. Por mencionar detalles concretos, no trago con la disposición y comportamiento por defecto de GNOME Shell porque no tiene un sentido práctico real ni aporta ninguna ventaja el tener el panel lanzador a la izquierda y oculto, en lugar de abajo y ocultable al estilo dock; tampoco me gusta no poder configurar las esquinas calientes con las funciones que a mí me dé la gana; creo que la bandeja de sistema sigue teniendo su motivo de ser; echo en falta utilidades como el cortapapeles…
No va el tema de sacarle los colores a GNOME Shell, pero he ahí unos cuantos ejemplos de por qué considero que las extensiones no necesarias, son imprescindibles para tener una buena experiencia. Es más, últimamente utilizo bastante GNOME y lo hago muy a gusto, pero con extensiones. Sin ellas, no creo que aguantase mucho rato. ¿Es todo cuestión de acostumbrarse? Puede. Pero no me interesa hacerlo.
Sin extensiones no podría corregir todo lo mencionado, que yo considero funcionalidad básica… y como diría aquel, tampoco parece razonable sostener que todo el mundo está equivocado, excepto los diseñadores de GNOME.
Lo dejamos, pues, en que son posturas debatibles y al final cada uno decice: los desarrolladores de GNOME deciden cómo es su escritorio y los usuarios si lo utilizan o no. O si lo utilizan con extensiones, que para eso están. No son ningún invento del maligno: son una posibilidad propiciada por los desarrolladores de GNOME.
¿Cuál es el problema de las extensiones? Dejando a un lado la visión más fundamentalista, que mi compi Eduardo resumía a la perfección con la oración «las extensiones se dedican a ensuciar y romper el paradigma establecido por el propio GNOME Shell», está la visión práctica, y es que las extensiones aportan «complejidad»: aumentan el consumo de recursos, pueden generar inestabilidad, se rompen cada dos por tres…
Como cuando se habla de las extensiones para GNOME Shell todo suele girar en torno al diseño y la funcionalidad, voy a aprovechar una tumultuosa conversación que se daba en Reddit hace un par de semanas (dos días duró abierta) y que aborda el asunto desde la otra perspectiva, la de los perjuicios no por faltar a la heterodoxia gnomera, sino por los problemas reales que se dan.
El autor del hilo no es equidistante, ni mucho menos: «por favor, dejad de recomendar extensiones para GNOME Shell«, sostiene, aduciendo la cantidad de problemas que generan y que en muchos casos son atribuidos al escritorio. Este es el resumen de su postura y mensaje, con el que yo, como he anticipado, no estoy nada de acuerdo. Pero ojo, porque no se queda ahí.
«Necesitamos dejar de recomendar extensiones a los nuevos usuarios. Las extensiones no son oficialmente compatibles, generalmente son la causa de la mayoría de los «errores» en GNOME, y se rompen entre lanzamientos menores de GNOME/GTK. Se debe recomendar a los nuevos usuarios que necesiten funciones que no sean nativas de GNOME que busquen en otro lugar y que solo usen la extensión bajo su propio riesgo», arranca.
«Cada vez que un nuevo usuario de GNOME necesita o quiere una función común de escritorio, como tener iconos en el escritorio o hacer que el dock permanezca visible, en lugar de aconsejar a ese usuario que cambie a otro escritorio, alguien en la comunidad recomienda una extensión. El usuario instala la extensión, luego, casi de inmediato (o días o semanas después, si el usuario tiene suerte) comienza a tener problemas de estabilidad. Cuando el usuario solicita ayuda, se le dice que elimine la extensión que se le recomendó anteriormente. Los problemas de estabilidad desaparecen, pero ahora el usuario se queda sin la característica», prosigue.
«Recomendar una extensión a un nuevo usuario para cubrir una característica faltante, sabiendo que la extensión eventualmente causará problemas de estabilidad o se romperá con una nueva versión de GNOME/GTK, es una pérdida importante del tiempo para el usuario. […] La comunidad debe ser muy honesta con los nuevos usuarios sobre las características faltantes y el uso de extensiones» añade.
«En mi opinión, la comunidad también necesita tener una discusión seria sobre las extensiones con el equipo de desarrollo de GNOME. Se trabaja mucho para proporcionar estas extensiones a la comunidad. Muchos usuarios confían en las extensiones. La comunidad que desarrolla extensiones no puede continuar sobreviviendo si su trabajo se ve constantemente frustrado por las actualizaciones de GNOME/GTK y los usuarios comienzan a perder la fe en sus extensiones debido a que los problemas de estabilidad casi constantes», concluye.
A partir de ahí explota una buena discusión demasiado larga como para intentar resumirla, pero creo que aun siendo un poco extremista la postura de quien la inicia, tiene argumentos. Es un poco fuerte lo de decir «al que no le guste GNOME tal cual, que se vaya a otro sitio», pero que el escritorio carece de funcionalidad básica que solo las extensiones devuelven, o que estas generan problemas, es cierto.
Dicho lo cual, he utilizado GNOME durante mucho tiempo y aunque es cierto que de vez en cuando surge algún problema relacionado con las extensiones, no es para tanto. Eso de tratar las como si fuesen bombas de tiempo no es cierto, aunque sí lo es que la veda está abierta a todo el mundo y al igual que sucede con los applets de Plasma, los hay bien y mal programados, susceptibles de generar problemas y todo lo contrario, que con una sola versión aguantan años funcionando perfectamente.
La cuestión de fondo, claro, es que los desarrolladores de GNOME no están por la labor de dotar al escritorio de la funcionalidad que casi cualquier usuario, venga de donde venga, espera. Y sin extensiones no hay tutía. Por no mencionar, al usuario de a pie, que hace lo que quiere con sus sistema; o que las mayoría de las distribuciones grandes que ofrece GNOME, lo hace retocándolo con extensiones.
¿Qué opináis? GNOME Shell… ¿con extensiones o sin ellas? Es más: ¿dejamos de recomendar extensiones para GNOME Shell? Mi respuesta es un no rotundo: que los desarrolladores de GNOME pongan los medios para evitar en lo posible los problemas, o que eliminen el sistema de extensiones. Lo contrario sería como decir «no instales aplicaciones de terceros que pueden dar problemas». Pues claro que pueden darlos. Si no sales a la calle, nunca te atropellará un coche…