Interesante la comparación que ha realizado un experto en estos entornos de escritorio en el que compara ambas alternativas desde un punto de vista algo más técnico y prestando atención más a la evolución de estos entornos y su filosofía.
En una cosa tiene razón, sin duda: en KDE han arriesgado, ya que el lanzamiento de KDE 4 -fuera prematuro o no- ha cambiado radicalmente no solo el aspecto visual del escritorio, sino también su arquitectura interna. El salto evolutivo ha sido gigantesco en KDE, mientras que en GNOME sus desarrolladores han preferido el camino «lento pero seguro» de las pequeñas mejoras incrementales que teóricamente culminarán con el lanzamiento de GNOME 2.30.
Esa futura versión 2.30 de GNOME incluirá cambios más importantes de los que estamos viendo hasta ahora, y de hecho no la veremos teóricamente hasta dentro de un año, pero para entonces lo que es seguro es que KDE 4.x estará mucho más asentado.
La filosofía de desarrollo de GNOME ha sido menos «dañina» para los usuarios, que se sienten como en casa en las nuevas versiones, ya que las mejoras internas no afectan -o no parecen afectar- a sus usuarios, que aprecian más diferencias en las aplicaciones «externas» a GNOME que en el propio entorno.
Justamente ocurre lo contrario en KDE 4, un entorno que ha provocado un cisma entre los usuarios y que sin embargo tiene una proyección espectacular. Por si no os acordáis, los usuarios de Mac OS se enfrentaron a una difícil cuestión cuando apareció Mac OS X 10.0. Aquella revolucionaria versión del sistema operativo de Apple cambió la historia, pero no tuvo tan buen recibimiento como todos creeríamos, y de hecho algunos criticaron ese salto tan grande desde Mac OS 9. Ahora Mac OS X es un paradigma de diseño y un desarrollo respetadísimo, y parece probable que ocurra lo mismo con KDE 4.