Aun cuando mis preferencias en cuanto a distro se han alejado un poquito de sus orígenes sudafricanos, yo, al igual que muchos por aquí, viví en la época de mayor auge de Ubuntu, y si bien siempre fue reconocido por compartir muchas de las bondades de la mayoría de las distros Linux, también siempre se le criticó algo: su apariencia por defecto… y pasarían años hasta que finalmente, un día de marzo, comenzara la llamada «revolución gráfica» de Ubuntu, ¿qué ha habido desde entonces?
Bueno, hoy es un buen momento para repasar que avances han habido en ese ámbito, el lanzamiento de Ubuntu 11.10 tiene como principal meta consolidar el trabajo empezado hace varios meses atrás con Unity, un aspecto que precisamente tiene que ver con la interfaz y la apariencia, pero este entorno es en realidad el resultado de un proceso que comenzó mucho antes y que es bueno repasar para poder dimensionar el alcance de esto y comprobar si esa «revolución gráfica» ha sido tal.
Todo esto comienza, a mi modo de ver, con el lanzamiento de Ubuntu 10.04 cuando aparecen los temas Light y llega el cambio de esquema de colores, que pasó de café a violeta y naranja, y un rediseño completo que afectó desde el logo hasta las webs oficiales de Ubuntu, pasando por temas GTK, iconos, y más adelante, fuentes de letra, retoques en el Centro de Software de Ubuntu e incluso el instalador Ubiquity que recibió un completo rediseño tanto visual como funcionalmente.
Sin embargo el «gran» cambio no llegaría hasta la reciente versión 11.04 lanzada en abril de este año, como todos saben hasta el cansancio, Unity debutó tempranamente como entorno de escritorio y su evidente estado de inmadurez y sus limitaciones atrajeron todo tipo de críticas hacia la distro de Canonical o al menos esa es la sensación generalizada en estos últimos meses.
Pero creo que el verdadero problema en todo esto no pasó por un tema técnico simplemente, de todas maneras había que decidir entre adoptar GNOME3, quedarse en GNOME2 o cambiar a Unity y de todas formas igual iba a ser criticado, creo que el problema en realidad fue la actitud que adoptó, específicamente, el líder del desarrollo de Ubuntu, al tomar decisiones y plasmar cambios de forma algo autoritaria (empezando con el tema de los botones) una actitud que, en mi humilde opinión, no le ha favorecido a la distro para nada.
Pero más allá de eso hay que recordar que Ubuntu tiene un objetivo que pasa olímpicamente de los deseos de los GNU/Linuxeros mas devotos: llegar al usuario común. No ser la distro más libre, no ser la más potente, no ser la más sofisticada, simplemente llegar al usuario de a pie, y sin intenciones de justificar nada de lo amargo que quizás haya resultado el proceso, creo que van a paso firme para lograrlo, solo basta ver este último tour que se han currado.
Así, un año y medio después tenemos una interfaz limitada, pero sencilla, poco personalizable pero funcional, sin grandes aportes a nivel interno, pero sí con mucho a un nivel más «superficial» como el nuevo Dash que dispone de una API que abre un montón de posibilidades, un panel cada vez mas pulido, mejoras en los indicadores, rediseño de las barras de desplazamiento (desde la versión anterior), un Centro de Software cada vez mas atractivo y una buena adaptación de sus temas oficiales a GTK+3.
Finalmente todo contribuye con el objetivo antes mencionado, y creo que mas allá de lo visto hasta ahora, el concepto de interfaz que busca Ubuntu no cambiará, lo que sigue quizá sea fomentar el ecosistema de aplicaciones, buscar mayor compatibilidad, pero en lo que a «gráficos» respecta, se podría decir que el cambio ya ha llegado, tal vez no en primera instancia y no de la mejor forma, pero habiendo probado la nueva versión puedo decir que completó gran parte de una tarea por años postergada.