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Mountain Graphite 30 y Ubuntu 14.04, primeras impresiones

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Tras hablar de Ubuntu 14.04 LTS como lo hicimos y presentaros un poco antes el Mountain Graphite 30 sobre el que pondríamos a prueba dicha versión, no dejamos demasiado espacio para el misterio. La suma de buen hardware y buen software solo podía resultar en positivo, como así ha sido. Fenomenal desde el primer instante. Y aunque fenomenal no es perfecto, la experiencia tiene pocas pegas.

A diferencia del Steel 20, que me llegó sin sistema operativo y opté por probar con Debian, el Graphite 30 me llegó con Ubuntu «preinstalado», por lo que fue abrir y empezar a usar. Esa «preinstalación», que no sigo entrecomillando por nada, merecerá su propia entrada otro día. Por lo pronto, la versión instalada era la 14.04 64-bit, que es exactamente lo que esperaba.

Fue comenzar a utilizar el aparato -después de hacer un par de cosillas que también explicaré otro día y que no tienen relación directa con lo que viene- y en un minuto estaba conectado a la Wifi, al siguiente haciendo un hangout por sorpresa con el que mataba dos pájaros de un tiro: micro y webcam ok; y al siguiente probando el Bluetooth, por ir completando la operación. Esto ya no fue un minuto.

Sinceramente, el Bluetooth me desespera lo use donde lo use. Tal vez por eso no lo uso nunca; prefiero cualquier otro tipo de conexión a ser posible. Pero no te asustes, ir, va bien... cuando le da la gana. Antes de darme cuenta, había detectado mi teléfono y con un par de clics estaba enviando archivos de Ubuntu al móvil. A la inversa no había forma. Probé con otro teléfono y a la primera. Volví a intentarlo con el que fallaba y voilá. Ahora va bien. ¿Por qué pasan estas cosas?

Por si acaso, aquí odejo un consejo a quien tenga problemas similares: parece que funciona mejor emparejando desde el móvil, aunque Ubuntu detecta los dispositivos al vuelo. Aparte, buscando en el tablero la herramienta adecuada aparecen algunas opciones indispensables que no sé qué se supone que hacen ahí escondidas. Habrá que consultar un oráculo.

Ya que estaba liado con el tema y a falta de periféricos interesantes con los que probar, hice tethering a ver qué tal y perfecto, a los 20 segundos estaba conectado a mi red móvil, de la que me desconecté raudo unos minutos más tarde tras intentar en vano cargar MuyLinux. La culpa, de nadie en concreto, pero habiendo agotado mi plan de datos, la velocidad a la que me permite navegar mi proveedor «gratuitamente» es peor que volver a 1998 (mucho peor: 32Kb para ser exactos). Pero prueba superada.

Lectora/grabadora de DVD, lector de tarjetas SD, teclas multimedia… huelga decir que sin problemas. Lo mismo con el panel táctil, a pesar de que tengo que reconocer que no me gusta. No me gustan los touchpads en general, ni este en particular. Valen para lo justo: estás tirado en el sofá y no te apetece tener un ratón colgando. Para trabajar, para jugar, para tener una experiencia fluida, no. ¡Que viva el ratón!

Con todo, el panel táctil funciona correctamente y soporta desplazamiento vertical, aunque cuesta algo pillarle el tranquillo: no hay línea de desplazamiento, sino que hay que sostener con un dedo y mover con otro; además, va realmente suave, por lo que vale la pena tratarlo de igual modo: con apenas rozar con la yema del dedo, como si acariciaras a un pajarillo (!), sobra y el desplazamiento es más certero y fluido (suave no es lento). En un par de días, dominado.

graphite30_key

Subimos hacia arriba y nos encontramos con el teclado, de nuevo correcto, con un buen tamaño que facilita su uso, de tacto agradable y respuesta precisa. Sin embargo, no está retroiluminado. ¿Es esto un fallo? Dependerá de la persona a la que se lo preguntes. Mountain tiene otros modelos de portátil con teclado retroiluminado, especialmente en los equipos para jugones. Pero la iluminación es una característica beneficiosa para más grupos que el de los jugones… O a lo mejor pienso así porque me paso la vida escribiendo y su ausencia se me hace más destacada de lo que debiera. Seguro que hay quien lo prefiere sin, y ahorra batería.

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Por lo demás, el interior de la interfaz de uso del Graphite 30 incluye un par de botones físicos, para encender y abrir el «centro de control», unos cuantos leds indicadores y en la franja superior los altavoces estéreo, que suenan bien y con potencia más que suficiente.

Y más arriba está la pantalla, Full-HD (1.920×1.080px) en 17 pulgadas que se traduce en una gran experiencia de Ubuntu y Unity. No es necesario reescalar ningún elemento de la interfaz excepto, tal vez, las fuentes tipográficas del sistema. Tanto para jugar al máximo como para trabajar con varias ventanas acopladas es ideal. Corona el conjunto la webcam (2MP), de la que ya hemos hablado.

¿Y qué pasa cuando cerramos la tapa? Que la suspensión funciona como se espera -no he probado la hibernación, que Ubuntu trae deshabilitada por defecto- y que vemos la carcasa, lo primero que se ve, de hecho, y de lo que todavía no he comentado nada. Bien…

El diseño del Graphite 30 es, posiblemente, lo más flojo del portátil. Como suele suceder gana en las distancias cortas, esto es, se ve mejor al natural que por foto. La textura de la tapa, como de madera en gris metalizado, es elegante y contrasta con el interior, más rudimentario, incluso en el tacto, aunque todo el chásis es plástico tratado. Eso sí, para lo grueso y ancho que es, es más ligero de lo que aparenta (3,2kg).

Y ya lo hemos repasado casi todo. Quizás, para completar este primer contacto podríamos traer a colación detalles menores como el rendimiento, la autonomía de la batería o el soporte gráfico, pero, ¿a quién le importa eso? Bromas aparte, hemos comenzado por la compatibilidad y terminamos con el trío calavera.

graphite30-ubuntu1404

Sobre el rendimiento, poco que no os imaginéis: Ubuntu vuela. La combinación de i7, 8 GB de RAM y unidades SSD es apoteósica, desde el rapidísimo arranque de sistema hasta momentos de carga de trabajo que tumbarían a cualquier PC de gama media. Imposible aceptar menos, ya que estamos. El problema que genera es la comparación: bajar de un equipo de este calibre a otro inferior es deprimente…, ni que le pongas Openbox.

A la espera de pasarlo por algún benchmark y alguna que otra prueba de estrés, cambiamos de tercio: autonomía. Dicen las especificaciones del Graphite 30 que su batería extraíble de 8 celdas Li-ION de 76,96WH dura 5,8 horas. Pero no las dura. Tampoco es sorprendente que las especificaciones oficiales no acierten en este punto, porque nunca lo hacen. Y tampoco ayuda la pobre configuración que ofrece Ubuntu (deberían tomar ejemplo de KD en este apartado).

Veamos. Recién encendido y con la batería cargada, el indicador de la bandeja de sistema marca unas 4 horas, que en instantes pasan a ser 3 horas y unos pocos minutos. Si lo miras al rato -10, 20 minutos- el margen aumenta y marca 3 horas y media o por ahí… ¿En qué quedamos? No deja de ser una orientación, cierto. Con la configuración de energía predeterminada, sin tocar nada y en base a mi experiencia las dos últimas semanas, un uso intensivo de Ubuntu 14.04 en el Graphite 30 con aplicaciones -multimedia, pero sin juegos- e Internet aguanta casi las 4 horas. El desfase no es demasiado para lo que estamos acostumbrados, pero habría que ver la duración real en Windows para comparar.

Sin embargo, hay cosas que se pueden hacer para alargar la autonomía del aparato que explicaremos detalladamente en las próximas fechas y que comienzan por elegir la tarjeta gráfica a utilizar: ¿Intel o Nvidia? La respuesta puede ser sencilla o más compleja. La respuesta sencilla sería Nvidia para jugar e Intel para todo lo demás, aunque dicho así es menospreciar lo que puede dar de sí la solución integrada.

La Intel HD 4600 chupa su 1,5 GB de memoria del sistema y no sirve para jugar títulos potentes actuales en su máxima expresión, pero su rendimiento es excelente, también en juegos. Por lo tanto, no esperes jugar con esta tarjeta a Metro: Last Light o Trine 2 a tope de gráficos, pero al mínimo van perfectamente (habrá que prestarle mucha atención a lo siguiente que saque Intel, que se mantiene como el hardware con mejor soporte para con GNU/Linux).

A donde no llega la Intel, llega la Nvidia. En pocas palabras, con la GTX 860M y sus 2 GB GDDR5 exclusivos podrás jugar a tope a todo el catálogo de juegos existente en Linux ahora y en el futuro cercano, además, con el mejor rendimiento y compatibilidad. Con esta tarjeta y para hacer uso óptimo de Optimus -o sus sucedáneos; léase con gracia-, son imprescindibles los controladores privativos. Utilizar Nouveau es infrautilizar la máquina.

Nada más que añadir. Al fin y al cabo esto no pretendía ser más que unas primeras impresiones acerca del Graphite 30 en combinación con Ubuntu 14.04, y salvando algunos flecos la combinación está a muy buen nivel. Porque todo funciona bien a la primera, y, más importante, porque todo funciona como me imaginaba que funcionaría cuando, después de mucho probar Ubuntu 14.04, conocí las especificaciones técnicas del portátil. O sea, todo funciona bien a la primera y el rendimiento destaca por encima incluso de la compatibilidad.

Si la cabra tira para el monte, al tahr le encanta la montaña. Por lo menos esta montaña, hecha de grafito, de la que seguiremos hablando en los días que vienen.

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