Las gráficas de AMD siempre han sido duramente criticas independientemente del sistema operativo. A pesar de que durante años han demostrado su valía en Windows, con muchos modelos que no tenían nada que envidiar a lo que ofrecía NVIDIA, el pésimo soporte a través de los drivers y la mala prensa se han encargado de colocarla debajo de su competidor casi todo el tiempo, aunque en los últimos tiempos también hay que sumar la mala situación de la compañía de Sunnyvale.
Si en Windows AMD tiene mala prensa, en GNU/Linux la situación va mucho más allá. Sinceramente, nunca he entendido la mala prensa que han tenido las gráficas AMD en Windows, porque yo tuve una HD3870 que me permitió durante años poner todo lo que compraba al máximo de gráficos con la última versión de Catalyst. Sobre GNU/Linux la cosa era diferente, porque Catalyst jamás fue un buen software sobre este sistema, siendo un driver muy mal optimizado en todos los niveles y que daba problemas incluso con las tareas más básicas. Ante esta situación había una alternativa, el driver libre Radeon, que si bien no era bueno para exprimir la potencia de las gráficas, al menos mostraba un consumo de recursos menor y presentaba menos problemas para tareas básicas.
Este último punto es el que quiero elogiar en este artículo, el soporte del driver Radeon para las viejas gráficas ATI (y las primeras AMD cuando se dejó de usar la marca de origen canadiense), porque a pesar de las críticas recibidas a lo largo de los años, se ha mostrado como un software que ha sabido aguantar muy bien el paso del tiempo. El testigo de esto es mi portátil Toshiba, protagonista de varias impresiones y opiniones relacionadas con distribuciones de distinto tipo. Como he dicho en más de una ocasión, este “cacharro” tiene la friolera de 9 años y la misma edad tiene la gráfica que incorpora, una ATI Mobility Radeon HD2600 con 256mb de memoria compartida.
Cuando digo que voy a instalar un entorno de última generación en este ordenador la gente me pregunta por qué no instalo mejor XFCE. Mi respuesta ahí siempre es la misma, mi viejo portátil a día de hoy puede con todo, incluido con GNOME Shell, Unity y Plasma 5, aunque evidentemente, la experiencia con esos entornos no es 100% óptima. Como ya he reconocido cuando publiqué mis impresiones sobre Ubuntu, a veces tengo ciertos problemas gráficos que deslucen un poco a nivel estético pero que no empañan la experiencia de usuario, y lo mismo puedo decir de Plasma 5, el cual funciona razonablemente bien utilizando OpenGL 2.0 como motor de renderizado y EGL como interfaz de OpenGL. De hecho, hasta el HDMI funciona de forma fenomenal, mostrando una calidad de imagen envidiable en mi televisor.
Con esto no voy a negar que el soporte de AMD para GNU/Linux es mejorable, a pesar de que gracias a AMDGPU por fin tiene cimientos como para construir un soporte para gráficas bueno para nuestro sistema favorito. Sin embargo, después de muchos años probando lo último en entornos gráficos sobre la vieja gráfica ATI de mi portátil, creo que queda demostrado que el soporte para estas GPU no es tan malo al final como muchos dicen. De hecho, habría que ver cómo responde Plasma 5 con una gráfica NVIDIA de la época con Nouveau (del que no recuerdo cual es el modelo más bajo que soporta) e incluso Intel, que por entonces ofrecía soluciones solo aptas para las funciones más básicas.
Estoy convencido que de tener una gráfica de la serie 4000 en vez de 2000 podría incluso obtener una experiencia plena y sin problemas con Plasma 5 y GNOME 3, ya que fue a partir de esos modelos cuando el driver Radeon empezó a dar lo mejor de sí, posiblemente en un intento de AMD por contentar un poco mejor a unos usuarios muy críticos con ella. Con esta opinión no quiero decir que no les sobrase motivos a los críticos para quejarse, sino todo lo contrario. Mi intención es la de hacer una defensa diciendo que en realidad las cosas no son el desastre absoluto que algunos nos intentan hacer ver.