La situación del soporte gráfico para GNU/Linux ha dado un giro radical desde que AMDGPU fue anunciado en el año 2016. Desde entonces la pila gráfica estándar del sistema ha vivido toda una revolución, pasando a ser algo orientado a ofrecer una experiencia básica de escritorio a poder ejecutar videojuegos triple A de Windows de última generación. La llegada de AMDGPU, que ha obligado a Intel a tener que mejorar sus propios drivers para no quedarse muy atrás (sin conseguirlo cuando se trata Vulkan), ha hecho que algunos se hayan planteado la siguiente pregunta: ¿Tienen los escritorios ligeros los días contados?
Dentro de la comunidad todavía hay muchos usuarios que viven obsesionados con el ahorro de recursos y el intentar que el software ocupe lo menos posible, pero, poco a poco, se están abriendo paso soluciones más pesadas y orientadas a ofrecer una experiencia visualmente impecable.
La raíz de los problemas con el desempeño de los gráficos en GNU/Linux no ha estado tan centrada en el hardware como en el software. Dicho de forma más clara, el verdadero origen, a niveles generales, no estaba en un hardware que no pudiera dar más de sí o que estuviera sobreexplotado, sino en unos drivers mediocres que obligaban a desarrollar los entornos de escritorio y los gestores de ventanas de forma que funcionaran sin aceleración por hardware.
Mientras que NVIDIA se mantuvo como la opción menos mala durante muchísimo tiempo, la situación en torno a los drivers gráficos para GNU/Linux empezó a cambiar en la segunda mitad de la primera década del Siglo XXI. Por entonces empezó a emerger el viejo driver Radeon, el semioficial para las gráficas de la marca, que abrió la puerta a estandarizar la aceleración por hardware en el sistema. Radeon se nutrió de la contribución de AMD y de documentación que la propia compañía fue publicando para facilitar su desarrollo, y aunque cumplía para el funcionamiento del escritorio, era una calamidad con los juegos y no tiene soporte de Vulkan.
La verdadera revolución, como ya he dicho, llegó con el anuncio de AMDGPU en 2016, cuando AMD lo presentó junto GPUOpen. AMDGPU es un driver 100% oficial y supuso la adopción definitiva de la pila gráfica estándar del sistema por parte de AMD, aunque, desgraciadamente, requiere de un firmware privativo para suministrar toda su potencia. A pesar de dicho inconveniente y el uso por parte de AMD de un modelo dual con vertientes privativa y abierta, es innegable que AMDGPU fue un paso en la dirección correcta que ha permitido a GNU/Linux experimentar la mayor mejora de su historia como sistema de escritorio.
A las puertas de comenzar el 2023, es evidente de la pila gráfica estándar, compuesta por los drivers gráficos presentes en el kernel Linux y los controladores del espacio de usuario suministrados por Mesa, ha dejado de ser un juguete para erigirse en un producto tomado muy en serio en el gaming, tanto, que es la pila gráfica utilizada por la Steam Deck.
Afortunadamente, el tener drivers mediocres es cosa del pasado en Intel y AMD Radeon. La consecuencia de eso la gráficas integradas a partir de la octava generación de Intel Core (aunque la cuarta ya debería de cumplir) y cualquier GPU de Radeon que funcione por defecto con AMDGPU tienen potencia más que sobra para ejecutar cualquier entorno de escritorio, incluidos GNOME y KDE Plasma, así que la elección de un entorno de escritorio ligero termina siendo más una preferencia personal que algo justificado desde el punto de vista técnico.
Entre los usuarios de GNU/Linux existe la creencia de eliminar efectos gráficos o inhabilitarlos por completo para así ahorrar recursos y destinarlos a otras tareas pesadas, pero, si uno hurga un poco, comprueba rápidamente que esa presunta ganancia es más bien escasa, tanto, que no impide que GNOME, ese entorno con fama de súper pesado, termine rindiendo más que Xfce a la hora de ejecutar, precisamente, videojuegos con una carga gráfica alta.
Si GNOME y KDE Plasma fueran tan tragones e ineficientes como creen algunos, Xfce debería de hacer valer más su teórica ventaja en ese frente, pero a la hora de la verdad los resultados muestran que, con unos drivers de calidad, la obtención de una buena experiencia con los gráficos depende en buena medida de la calidad de los compositores, y desde mi experiencia y a falta de probar Sway en serio, puedo decir que Mutter y Kwin son claramente superiores a OpenBox, Xfwm (compositor de Xfce) y ya no digamos Muffin, la bifurcación de Mutter empleada por Cinnamon y que es lo peor que he visto para jugar.
Con AMD e Intel consolidando sus cimientos de última generación en materia de drivers, es cuestión de tiempo que las gráficas Radeon que aun funcionan con el driver antiguo y las viejas integradas de Intel se vayan quedando atrás. Por inercia, el uso cómodo de GNOME y KDE Plasma se irá volviendo cada vez más accesible para los usuarios, que a través de AMDGPU y el futuro driver Xe tendrán potencia más que de sobra para ejecutar todo lo que quieran a nivel de escritorio, incluso muchos juegos (aunque sea a costa de meter el hacha a los gráficos). Como resultado de la consolidación de los drivers de última generación, la elección de un entorno ligero va a quedar más como una cuestión personal que otra cosa.